25 años después, los padres de Antonella Trivisonno siguen luchando: «Nos enseñó que hay que donar lo que el otro necesita»

Falleció trágicamente a los seis años en un accidente de tránsito pero donó sus órganos y dejó un legado imborrable. Alejandro, su papá, le abrió su corazón a ADN+: "Tomamos esa decisión porque fue una nena plena que tuvo la oportunidad de dar y recibir, que donó besos, abrazos, tiempo y espacio de su vida".

Por Gabriel Casazza

Ago 29, 2024

Hace exactamente 25 años, más precisamente el 29 de agosto de 1999, la imprudencia al volante se cobró la vida de Antonella Trivisonno, una pequeña de solamente seis años de edad que recién estaba empezando a vivir. Ella, repleta de inocencia, se encontraba en el asiento trasero del auto conducido por su madre cuando, en la intersección de las calles Salta y Ovidio Lagos de la ciudad de Rosario, fueron embestidas por otro vehículo que se desplazaba a toda velocidad.

Aquella misma jornada fatídica, apenas algunas horas después del accidente, Antonella falleció. Y allí fue cuando sus padres, envueltos en un enorme dolor, tomaron una decisión que los marcaría para siempre como las grandísimas personas que son: donar los órganos de la pequeña Antonella, no solamente para poder ayudar a otras familias sino también para iniciar un camino solidario que se sigue agigantando con el correr de los años, en gran parte gracias a ellos.

«En ese momento teníamos 35 años, cuatro hijos sanos, los abuelos sanos y sin transitar enfermedades. Creíamos que la donación no era un tema para nosotros, creíamos que era para más adelante cuando sucedan otras cosas. Pero bueno, sucedió y decidimos donar los órganos de Antonella por cómo vivió, por su vida, no por su muerte. Donamos los órganos de Antonella porque fue una nena plena que tuvo la oportunidad de dar y recibir», comenzó narrando Alejandro Trivisonno, papá de Antonella, en una entrevista exclusiva con ADN+.

«Ella donó besos, abrazos, tiempo, espacio de su vida y como papás pensamos que donar los órganos era otra acción más de su donación de vida en vida. Y bueno, cuando se fue de este mundo no dudamos en donar sus órganos. También habíamos pensado, porque el accidente ocurrió a las tres de la tarde y Antonella falleció a la noche, ¿quién nos va a ayudar? Si nosotros precisamos algo, ¿a quién le vamos a pedir? Entonces eso también influyó en la decisión, para que otra familia no esté en el lugar que estuvimos nosotros», profundizó.


Antonella falleció cuando tenía solamente seis años.

 

«Un antes y un después»

«Su partida fue un antes y un después. Uno nunca imagina sobrevivir a sus hijos. Cambiaron terriblemente nuestras vidas. Los primeros meses fueron de mucha tristeza, de ausencia. Contamos nosotros que cuando teníamos que ir a hacer el cumpleaños de un año de Patricio, que tenía nueve meses en el accidente, buscábamos fotos y no había sonrisas. Entonces elegimos comprar un libro de chistes y nos obligábamos a que cada uno cuente un chiste en el almuerzo para reírse y para sacar esa tristeza y esa oscuridad», compartió Trivisonno sobre el cambio rotundo en sus vidas con esta tragedia.

«Decidimos no echarle la culpa a Antonella de no poder volver a ser felices. Teníamos cualquier justificación como familia para hacer lo que uno quisiera, pero nosotros decidimos honrar la vida de Antonella y decidimos contarlo, de que nosotros no podemos echarle la culpa a ella de no poder volver a ser felices», indicó sobre la decisión que tomaron como familia.


Alejandro y Silvia, los padres de Antonella.

 

Los primeros pasos de una nueva etapa

Poco tiempo después de la partida de Antonella, su familia comenzó a moverse para que la donación de órganos sea moneda corriente en la República Argentina. Y así fue como, paso a paso, fueron construyendo una realidad que, al día de la fecha, cuenta con un apoyo masivo. De hecho, como consecuencia de su historia, el 29 de agosto terminó siendo declarado en 2020 como el Día de la Persona Donante de Órganos. Un resultado claro de tanta lucha.

«Cuando se cumplieron los primeros meses, la ausencia era grande. El 30 de mayo del 2000 fuimos a un homenaje a los donantes por el Día de la Donación y vimos que se hablaba de muerte, se hablaba de enfermedad. Y nosotros no habíamos donado los órganos de Antonella por la enfermedad o por la muerte, lo habíamos hecho por cómo vivió, porque habíamos sentido esa posibilidad de haber sido plenos con ella. Entonces dijimos que íbamos a hacer una campaña desde el amor, que donar órganos es donar vida. Y por eso surgió la idea de hacer una primera campaña», explicó Alejandro.

«Después, año a año, se fueron sucediendo campañas de concientización, charlas en escuelas, charlas en clubes. No convocábamos a la gente para hablar de donación y de trasplante, íbamos a los lugares donde la gente estaba convocada a hablar de la vida, de que Antonella donó vida en vida y de que, como consecuencia de eso, cuando falleció donamos sus órganos», completó al respecto.

Luego, Alejandro enfatizó en torno a la concientización: «Evolucionó la información, la comunicación, los medios. Nosotros pegábamos papeles, folletos con información en columnas de luz. Repartíamos panfletos en la calle, en los colectivos, siempre como familia. Nuestros hijos ayudaban. Cambió mucho todo, hay gente que no quería recibir los folletos. Pero siempre hay algo para hacer, siempre hay que seguir comunicando y contando esto, de que si yo manifiesto mi voluntad de donar le estoy haciendo un bien a mi familia. Por más que la ley diga que todos somos donantes aunque no lo manifestemos, si yo lo manifesté a mi familia, si yo lo manifesté en un registro de inscripción, mi familia va a saber qué es lo que yo quería hacer con mis órganos y van a estar tranquilos de poder cumplir mi voluntad».


La iniciativa de la familia de Antonella Trivisonno.

 

El presente de la iniciativa y los objetivos de la misma

«Al vivir cerca de una delegación del INCUCAI, nosotros tuvimos la oportunidad de sentirnos acompañados, pero hay gente que no tiene una delegación cerca. Entonces nosotros impulsamos una ley, la que ya fue aprobada por el Congreso Nacional, la ley 27.575, para que cada 29 de agosto haya una efeméride escolar en la que se recuerde a las personas donantes de órganos. Para que en cada escuela del país se haga el izamiento como nosotros lo hacemos en el Monumento a la Bandera. La ley dice que es una efeméride escolar para que al menos un día al año se invite a las familias donantes a ser homenajeadas, a darles un abrazo por estos cientos de héroes anónimos del siglo XXI», compartió sobre la actualidad de la iniciativa.

En cuanto a los objetivos, Alejandro fue claro: «Que se sumen cada año siendo donantes y siendo las personas que ayudan a mejorar la calidad de vida de una persona en lista de espera, pero que durante sus vidas nos mejoraron la calidad de vida de nuestras familias, nos abrazaron, nos dieron tiempo, nos transformaron desde el lugar que vivieron. No sé, Tito tenía siete años y le gustaban los superhéroes, entonces los papás organizan fiestas recordándolo con sus amiguitos disfrazados de superhéroes. A alguna persona, Nico, que le gustaba ser maratonista y en Santo Tomé corría maratones, entonces la familia organiza maratones en homenaje a él. Nos comentaban de Tucumán que Joaquín jugaba rugby y con 13 años fue donante. Entonces organizan torneos de rugby en homenaje a él. Y así podemos hablar de un montón de eventos que hacen las familias homenajeando la vida de ellos».

«Tenemos que hacer que las jurisdicciones provinciales adhieran a la ley nacional. De hecho, este 28 de agosto la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires adhirió y ya hay provincias que adhirieron como Santa Fe que tiene media sanción», completó el papá de Antonella sobre lo que hay que seguir consiguiendo al respecto.

 

El legado de Antonella

Por último, Alejandro se hizo un espacio para referirse al conmovedor legado de Antonella: «Nos dejó seis años plenos e intensos de vida y de amor. Y tan intensos y tan plenos que 25 años después la podemos seguir recordando con una sonrisa, la podemos seguir recordando con este mejorar la calidad de vida. Antonella fue donante de vida en vida y por eso donamos sus órganos. Antonella nos enseñó a vivir en clave de donación, nos enseñó que no debo donar lo que yo quiero sino que debo donar lo que el otro necesita. Para donar lo que el otro necesita tengo que estar en contacto, tengo que estar cerca, tengo que saber lo que el otro piensa, lo que el otro siente».


Antonella tiene una calle en Rosario.

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