La Guerra Fría dejó estragos en toda Europa y justamente en Alemania, se levantó un muro que segmentó a la nación en dos. Pero un 9 de noviembre de 1899, se dio un acontecimiento que quedó en los libros, la caída del Muro de Berlín.
Las revueltas en la capital alemana derribaron las fortificaciones que en ese entonces dividían al sector oriental, controlado por la Unión Soviética, y el lado occidental, que estaba al cuidado de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Fueron las esquirlas de la Segunda Guerra Mundial.
Es por eso que el derrumbe de la muralla marcó varias cuestiones. En principio, el fin de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania, que se volvió a edificar en varias cuestiones durante la década del 90′.
El anuncio de la caída del muro derivó en la llegada de miles de personas a los diferentes puestos de control fronterizos y una multitud de ciudadanos comenzó de manera pacífica e improvisada a derribar a la mole de cemento.
Luego de ese día y toda una noche dedicada a derribar algunas partes del muro, la reunificación alemana comenzó a tomar forma luego de 339 días. Así, un 3 de octubre de 1990, se produjo la disolución de Alemania Oriental que dio origen oficial del Estado alemán de acuerdo a la Ley Fundamental de Alemania Occidental.
En todo el mundo se realizan jornadas de reflexión. En Alemania, el canciller Olaf Scholz definió al hecho como “una victoria que marcó un punto de inflexión en el desarrollo del continente”. Y agregó: “Nuestra historia muestra cómo alcanzamos nuestros objetivos, permanecidos unidos, por la paz y la libertad, por la seguridad y la prosperidad del estado de derecho y la democracia”.