General Belgrano es una ciudad alejada de la ciudad de Buenos Aires, ahí vive Alfredo Valia, ex trabajador del ferrocarril y uno de los fundadores de una asociación que lucha por la vuelta del tren a varios pueblos. Es más, es el guardián del ramal Altamirano-Las Flores, que está en desuso hace 20 años.
Las vías fueron inauguradas en tres tramos, entre 1871 y 1872, por la empresa británica Ferrocarril del Sud. En 1948, cuando pasaron a manos del Estado nacional, quedaron bajo la órbita del Ferrocarril General Roca. Luego, fue utilizada exclusivamente para la carga hasta 2005. Desde ese año, hasta el momento, los rieles no se utilizan.

Vania luce la bandera de su asociación, junto a Alberto Capenti, otro apasionado por los trenes.
Nacido y criado en Lanús, Valia se enamoró de los trenes en su infancia, cuando viajaba a bordo de uno para visitar a sus abuelos en la zona de Bolívar.
Cuando terminó la escuela, a los 17 años, Valia, quien además es hijo de ferroviario, empezó a trabajar en el tren, en el galón de máquinas de Remedios de Escalada. Al principio le tocó barrer, pero rápidamente se fue especializando y pasó a ser primero mecánico y luego técnico.
El hombre se mudó a General Belgrano (en donde ya vivían sus papás) y si bien nunca volvió a trabajar en los trenes, tampoco se alejó de ellos. Hoy, con 57 años, es docente en una escuela Secundaria y además es empleado municipal. También practica la apicultura y fabrica cuchillos con hierro.
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Gracias a su iniciativa, se creó la Asociación Civil Rieles del Salado, una organización sin fines de lucro, destinada a la recuperación y puesta a punto en valor del ramal tan esperado.
En total, Valia mantiene unos veinte kilómetros de vías que van de la estación Newton hasta la estación Las Rosas. Esa distancia se suma a los cinco kilómetros que sigue trabajando el hombre, desde la localidad de General Belgrano hasta lo que era la estación Bonnement.