Rubén abandonó la racha de apuestas para enfocarse en partido de Racing, que jugaba contra Independiente en la fecha de clásicos. “No quiero que nadie me moleste”, dijo el hombre de 63 años. El quinelero de toda la vida hizo caso omiso y golpeó la puerta de su casa para avisar que había ganado $ 9.500.000.
Aníbal Prieto, su agenciero de confianza en Villa Berthet, pensó que Alvarez se iba a arrepentir luego de que su angustia desapareciera. “Me repitió la jugada que hago desde hace un año en la Quiniela Poceada: el 18, 29, 44, 84 y 90″, explicó emocionado el muchacho.

La apuesta que le cambió la vida al hombre de 63 años.
“Sentí una alegría gigante en ese momento. Me puse a llorar y llamé a mis hijos. Venía de tres meses muy malos. Yo soy repartidor de fiambres y hago las entregas con una Citroën Berlingo que me compré en 2016. Se me fundió dos veces el motor, todo ocurrió en 15 días. Para el primer arreglo tenía la plata, pero para el segundo tuve que pedirla prestada”, sostuvo el chaqueño.
“El arreglo del motor me costó $700.000 y la reparación demoró tres semanas. Tuve que repartir los fiambres con una moto prestada. Al mismo tiempo pago un plan de ahorro por un Peugeot 208, en donde la última cuota fue de $135.600. Estaba a punto de vender la camioneta para cancelar el auto y pagar las deudas”, relató.
Una vez cobrado el cheque, ofertó una suma para tener el Okm. en la calle. Además, transfirió otro dinero para cancelar deudas y el resto lo dejó en un plazo fijo.

Con el premio, arreglará la camioneta que usa para trabajar.
Como alquiló durante toda su vida ahora buscará un terreno o casa para tener una propiedad a su nombre. “Va a ser algo hermoso, trabajé para mantener a mis cinco hijos y ahora voy a poder tener un techo propio”.