Banega, el refuerzo que eligió con el tatuaje

Lo quería Boca, lo llamó Riquelme, pero Ever puso el corazón sobre la mesa para volver al club donde se formó y del cual es hincha. Otra vuelta con sentido de pertenencia que jerarquiza al fútbol argentino.

Por Cholo Sottile

Ene 24, 2024

Ever Banega primero fue el nuevo Gago. Asomó de 5 en la Primera de Boca después de la transferencia de Fernando al Real Madrid. Por su talento, y por su origen, se lo emparentó al otro volante central fino que había salido de Casa Amarilla. Los unía el pie sensible, la salida limpia con la pelota, una forma distinta de imponerse en un puesto donde habían brillado Rattín, Passucci, Giunta, Serna, Cascini… Con 19 años, la pisó en la Bombonera y se convirtió en uno de los mejores socios de Riquelme para ser campeón de América en el 2007. Antes y después fue jugador de Selección, Juvenil y Mayor. Al otro año ya era transferido al Valencia. Un tiempo después para varios españoles fue el nuevo Xavi. Aunque en Argentina no generó fanatismo, allá fue de menor a mayor, se impuso desde la mitad de la cancha y hasta el propio cerebro del Barcelona llegó a sugerir que era un jugador ideal para ocupar su lugar. Ese status lo logró en su madurez, cerca del Mundial 2018, el único que Banega jugó para Argentina después de no ser convocado por Diego y quedarse afuera en el último corte de Sabella. En Rusia, justamente, se llegó a susurrar que en la famosa reunión de los jugadores para encarrilar a Sampaoli, el mismísimo Messi dio a entender que Ever era quien mejor lo encontraba en la cancha. El único gol de Leo en ese tristísimo Mundial fue contra Nigeria después de un pase excepcional de Banega… Ese jugador coqueteó con Boca y acaba de ser presentado en Rosario. Aunque además de fútbol hay sentimientos: Newell’s acabó de incorporar a un jugador hincha.

«Le agradecí a Riquelme, pero sentí que era el momento de volver a casa. Boca es uno de los equipos más grandes del mundo y le deseo toda la suerte», declaró Banega, el que de pibe jugó en las Inferiores de Newell’s hasta que Jorge Griffa se lo llevó con él a Boca. El que ahora, a los 35 años, dejó Arabia para volver a Rosario, el lugar donde nació. Allí empezó a jugar en Alianza Sport, justo un equipo de barrio con rivalidad con Grandoli, la primera cancha de Messi. «Llegamos a enfrentarnos con Leo. Pero menos mal que se fue porque nos pintaba la cara», contó Ever. Ahora se dio el gusto de posar con la 10 que usó Maradona. Y de tener su propia revancha. En el 2014, él ya había vuelto de Europa para ganar minutos y tratar de meterse en la lista del Mundial. Debutó, fue figura, y después su talento rápidamente se apagó. O lo apagó la competitividad de nuestras canchas. «Me costó acostumbrarme de nuevo al fútbol argentino. Sabía que iba a llevarme un tiempo. Y al final los seis meses que volví no me alcanzaron. Me encontré con un juego friccionado. Muy distinto al español. En nuestro país se marca mucho más, no te dejan jugar tanto. Allá hay otra mentalidad. Te dejan más espacios», me explicó en una entrevista en la Copa América de Chile 2015. Esa vez no le alcanzó para ir a Brasil 2014. «El día que me quedé afuera del Mundial fue el más triste de mi vida». Pero volvió a Europa, se hizo figura del Sevilla, pasó por el Inter de Italia, retornó a España y terminó en el Al-Shabab. Desde allí llega con el escudo tatuado en su gemelo derecho.

No es casual que Maxi Rodríguez le haya dado la bienvenida en modo 2024: por redes sociales. Tiene que ver con el sentido de pertenencia que genera Newell’s para sus hinchas. La Fiera volvió más joven, a los 31, al estilo la Bruja Verón en Estudiantes. Ellos tenían nivel para jugar más años en Europa pero vivían emocionalmente atados a sus clubes. De las últimas imágenes del amor por la camiseta en un medio condicionado por los millones. El caso de Banega, que de ningún modo pierde valor, al contrario, tiene algún punto de contacto si se quiere con el regreso de Milito a Racing. En realidad, Diego había debutado en el club que hizo Inferiores y había salido campeón con Mostaza Merlo estatua en 2001. Los une que los dos volvieron más grandes, a los 35. Y ahí hay una situación para evaluar con el tiempo. El Milito de Racing retornó del Inter, donde la descosió en el famoso campeón de Champions con Mourinho, y aportó su talento no sólo para ser un líder positivo del vestuario si no para volver a ser campeón. Banega y su categoría vienen un paso con más glamour en la cuenta bancaria que en los pases filtrados. Si está relativamente cerca de su mejor versión, por supuesto, le sobra para romperla y ser uno de los mejores jugadores del campeonato. Jerarquiza nuestra liga. Así podría ser desequilibrante en cualquier rol del medio en Newell’s, Boca o el club que fuera. Al punto que Enzo Pérez fue importante con 37 años para River y ahora no busca una jubilación futbolística al ir a un club tan exigente como Estudiantes de la Plata. Habrá que verlo a Banega en el futuro inmediato. Aunque ahora hay una noticia superadora: aterrizó un jugador que eligió con el corazón. Y tal vez en unos meses esté jugando uno de los clásicos más calientes del país contra Di María. Esa pasión llamada fútbol argentino, for Ever.

 

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