La pasión es algo único, indescriptible y fascinante que atraviesa a millones de personas en el mundo al mismo tiempo y por diferentes motivos. Algunos sienten pasión por un ser querido, un deporte, una película o por coleccionar diferentes tarjetas, como es el caso de Bernarda Cousillas, una mujer de 34 años que colecciona diferentes objetos desde los seis.
Según reveló en una entrevista con TN, era una niña cuando descubrió el hobby que practica desde hace tanto tiempo. Todo comenzó gracias que realizó un viaje con su padre hasta Buenos Aires y para comunicarse con su madre que vivía en Pergamino compraron una tarjeta de teléfono. La misma tenía una imagen de Blancanieves, lo que le despertó un amor único.
En la nota, la mujer explicó que esto le genera felicidad y le llena el alma: «Un coleccionista se apasiona por su colección. Yo estoy en un local y estoy mirando la billetera de alguien para ver qué tarjetas tiene. Solo con verlas me da felicidad».
Y añadió: «Siempre lo mantuve en mi círculo íntimo. Hasta esta nota a ningún desconocido le decía que colecciono tarjetas, porque me juzgan o hablan sin saber. Y para mí es importante, es una pasión que tiene un valor y la deseo proteger«.
Al momento de revelar la cantidad de tarjetas que tiene guardadas, comentó que ronda las 1100, un número más que increíble que la hace soñar con ingresar alguna vez en el Récord Guinness.
Asimismo, declaró que tiene una lata especial donde conserva todas las tarjetas que tiene repetidas: «Por si en algún momento encuentro a alguien que también coleccione y quiera cambiar. Nunca estoy en la búsqueda de una tarjeta especial ni pienso invertir en esto«, contó.
Lo curioso, Bernarda no agrega ejemplares a su colección comprando, sino que las recibe de parte de sus amigos o familiares que le regalan: «Un día se me acercó un compañero y me dijo que había llamado a su mamá, que vive en Buenos Aires, para pedirle que le enviara 27 tarjetas de pulso para mí. Son tarjetas que ya no existen, muy importantes«, ejemplificó ante una pregunta del periodista Mauricio Luna.
Y concluyó: «Estoy feliz, es algo que aún no puedo creer. Fue como sacarme un peso de encima, porque nunca me animé y ahora gracias a mi prima pude sacar todo a la luz. También estoy contenta porque noto que hay mucha gente como yo, apasionada por las colecciones, y es hermoso. Realmente logré liberarme».