Demichelis hasta tiene que escuchar a hinchas que pretenden armarle el equipo cuando él se acerca a firmar camisetas. Hay una suma de situaciones que lo llevan a vivir en observación por el público de River, aun cuando lleva tres títulos en menos de un año y medio de gestión. Festejos que inicialmente -un punto extra con ese paladar- fueron respaldados con un modo de jugar que generó orgullo en el nuevo Monumental. El post Gallardo, la salida sin saludo de Enzo Pérez, el famoso off que rompió el manual de conducta de los últimos tiempos, una interna que lo llevó a la tapa de los portales con temas que en otros tiempos sucedían en Boca, más la irregularidad de un equipo que supo brillar en su primer semestre, generaron ese ruido que suena exagerado. El manejo del vestuario quedó en el centro de la escena y de un tiempo a esta parte se le animan todos. A veces, hasta parece maltratado en las conferencias de prensa, con preguntas que van con puñal añadido al punto final.
Como si fuera una condena perpetua, como si no se permitiera ver si ese error fue capitalizado para un entrenador que aún está en formación. En fin, a veces pareciera que se le perdió el respeto a un profesional que se preparó para esta oportunidad, que se inició en un lugar exigente como los juveniles del Bayern Munich, que armó un equipo bárbaro a los 10 partidos que se había ido el Muñeco. «Es un técnico muy fino», describió con buena onda Coco Basile y pareció tocar la tecla justa. En ese contexto vale y hay varios mensajes en la reacción de Miguel Borja después del 2-1 a Rosario Central. El colombiano, el que alguna vez posteó un emoji de enojo por ir al banco, lejos de cualquier rencor, el domingo asumió un riesgo un tanto antipopular: después de su segundo gol festejó con sus compañeros y después encaró para darle un abrazo al entrenador. Borja así se autoproclamó como el guardaespaldas de Demichelis en días aún tormentosos pese a su buen lugar en la tabla de posiciones…
«El entrenador me decía ‘no vayas a salir del área, quedate que se van a generar los espacios, alargá al equipo’. Muchas veces me gustaría salir más y tocar la pelota, pero son decisiones de él y hay que respetarlas. Lo he escuchado y se vio el resultado de lo que me ha dicho», blanqueó Borja después del partido. Y contó detalles de la intimidad del festejo. «Le dije que lo iba a abrazar porque tenemos una linda relación, que cada día se fortalece más. Quiero aprovechar para decirle a la gente que nos apoye a nosotros y al cuerpo técnico… Los de los otros equipos quieren que el plantel esté roto y nosotros no podemos darles el gusto. Tenemos que estar juntos y apoyar al entrenador. No hay que darles de comer. El grupo está excelente, se vio cómo festejamos todos juntos”, levantó la apuesta el colombiano en medio de rumores que hace un tiempo hablan de una relación más fría en general. De una forma u otra, el abrazo es un respaldo clarísimo para Demichelis. Le generó una mueca de satisfacción al DT, igual que el equipo en el segundo tiempo, cuando lo retocó y consiguió su mejor versión.
River había iniciado bajo contra los suplentes de Central. Jugaba mal y perdía bien el primer tiempo después del golazo de Lautaro Giaconne, el zurdo de Central que el año pasado también le había hecho un golazo a Boca. Ahí llegaron algunos silbidos y el famoso «Movete, River, Movete», la queja previa al más violento cantito que va derecho contra los jugadooooores. En el final, entonces, el entrenador rearmó el River de los volantes, hizo cambios correctos, dejó en el área a Borja y dio vuelta el partido cuando el experimentado Miguel Russo ya había puesto titulares como Campaz, Mallo, Ortiz, Cervera y Sandez. O sea, tan claro que esa idea de jugar fue mejor, como que el cambio de rumbo también es parte de responsabilidad de Demichelis. Allí surge la mirada rigurosa, sin camiseteos, ni añoranzas a los tiempos del gran Muñeco Gallardo. Desde ese punto también es un respaldo el abrazo.
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— River Plate (@RiverPlate) April 8, 2024
Borja, a sus 31 años, no sólo se destaca por sus gestos más personales sino por los movimientos en el área. Fue incorporación de Gallardo, pero su versión estelar llegó en esta Copa de la Liga 2024. No fue un capricho que arrancara detrás de Beltrán el año pasado, en el mejor River, cuando el ahora centrodelantero de Fiorentina aguantaba de espaldas y tiraba diagonales para la llegada de los famosos cinco volantes. Más discutible fue que estuviera segundo en el ranking con el venezolano Rondón, quien nunca terminó de encajar en el equipo y no se fue tan bien del club: él pareció enojado en el final con su ex compañero Demichelis; y entrenador más dirigentes también se ofuscaron con razón con alguna respuesta desacertada del experimentado jugador. Borja, desde ese momento, se hizo tan indiscutible que el suplente es un chico de 18 años (Ruberto).
No hay debate en ese puesto, aun cuando en un momento de la pretemporada también se imaginara que Colidio podía transformarse en un 9 llegador. «Borja es el mejor 9 del país», devolvió el centro con anticipación Demichelis hace algunas fechas, otra muestra de respaldo al colombiano. El concepto tiene que ver con el juego y con los goles. Borja tiene 12 y compite con la gran revelación del torneo, Maravilla Martínez, el delantero de Racing que ya gritó 11 veces en la Copa de la Liga. La otra disputa, ya activado en su mejor modo, es con Edison Cavani. El uruguayo tiene jerarquía, es fondo de pantalla con la 10 de Boca, aunque por ahora lleva 5 goles. Los números avalan el mejor año de Borja, o el mejor arranque. Fue clave para que River el lunes que viene pueda clasificarse a los playoffs del torneo con un empate. Esperó su momento, se quedó en el área como le pidió el entrenador, gritó y también demostró que es un 9 sin rencor.