La idea surgió a través de su experiencia. Sandra Villalba tiene 50 años y es de Paraná, Ente Ríos. Se sometió a un duro tratamiento y se recuperó de una leucemia en 1997. Desde su trabajo, en la estación de trenes, impulsó una movida para ayudar a otros pacientes.
Luego de la llegada de una formación, pensó: “Qué lindo sería que los chicos que terminan la quimioterapia y obtienen el alta médica puedan tocar dos campanazos. Así, el tren lleva -simbólicamente- el mensaje de que hoy el cáncer se cura a aquellos que comienzan o están en tratamiento”.
Hasta el momento, cuatro chicos ya pasaron a dar el campanazo de la vida y se espera que esta iniciativa se propague por todas las localidades vecinas de la capital entrerriana.
“Es una manera de agradecer a la vida que hoy estoy bien, es sanar desde adentro. Sé lo invasivo y doloroso que es, por eso creo que es fundamental. En mi época no había tantos grupos que ayudaran y acompañaran. Cuando los chicos están así no pueden verse con mucha gente, pero está bueno que sepan que hay gente que piensa en ellos y les manda vibras positivas”, enfatizó.