Liliana Raco, Diana Capasso y Gabriela Marcos dieron rienda a la idea que nació en plena pandemia en octubre del 2020. Ahí, en el jardín armonioso de la calle Jean Jeaures, en el Abasto, podés disfrutar de un cortadito conviviendo y aprendiendo sobre los verdaderos dueños del lugar…
Pipi, Peque, Kiki, Princesa, Luana, Rubio, Silver, Coñita, Bebé, Nigari y Chiqui son los potagonistas de la historia. Los gatitos son la principal atracción en el salón principal. Al principio, eran sólo tres, pero una de las chicas propuso adoptar en el bar a los gatos abandonados.
El bar está limpio a más no poder, los gatos son tranquilos y no se pelean entre ellos y pasan el tiempo descansando o jugando en distintos lugares del departamento (donde toda la decoración es alusiva). Se portan tan bien que parecen parte del decorado de una película.
Las anécdotas se multiplican. Personas con movilidad reducida, gente mayor, chicos en general y chicos con autismo en particular disfrutan mucho la experiencia, sobre todo los que no pueden tener mascotas en sus casas. También hay una tienda donde todo lo que se vende tiene motivos gatunos y está hecho por emprendedores. Las anfitrionas también colaboran con refugios y cada tanto les donan piedras sanitarias o comida a distintos refugios.
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