El laboratorio de Microrobótica de Harvard presentó el “RoboBee”, se trata de un robot volador, de patas largas y articuladas, similar a un insecto. Pesa una décima de gramo y mide tres centímetros.
El invento diminuto ofrece interesantes posibilidades para futuras aplicaciones, como la monitorización ambiental y la vigilancia de desastres forestales. Entre las posibles aplicaciones se encuentra la polinización artificial.

Christian Chan y Alyssa Hernández, dos de los estudiantes que impulsaron el proyecto del robot.
El laboratorio se inspiró en la naturaleza para inspirar mejoras mecánicas que les permitieran volar con destreza y aterrizar con elegancia en diversos terrenos. Eligieron la típula, un insecto relativamente lento e inofensivo que emerge de primavera a otoño y que a menudo se confunde con un mosquito gigante.
Las típulas se caracterizan además por sus vuelos de corta duración: gran parte de su breve vida adulta (de días a un par de semanas) transcurre aterrizando y despegando.

El robot ecológico mide apenas tres centímetros. Acá, es comparado con una moneda.
El objetivo a largo plazo es la autonomía total, pero mientras tanto, los científicos siguen trabajando para superar los desafíos de los componentes eléctricos y mecánicos. El proyecto fue llevado a cabo por Christian Chan y Alyssa Hernández.