Se trata de una biomasa lograda a partir de un hongo, el “fusarium venenatum”. Horacio Acerbo y Martín Blasco dejaron sus trabajos para abocarse en el desarrollo de este producto para acabar con uno de los grandes problemas de la humanidad. Además, el invento es tenido en cuenta por la NASA.
Los hombres, quienes descubrieron las propiedades beneficiosas del hongo (hasta el momento utilizado con fines industriales) en medio de un viaje a Inglaterra, forjaron una amistad en pleno desarrollo.
Gracias a la Inteligencia Artificial, se conformó el alimento terminado, que se denomina “Mycofood”. Los investigadores patentaron la idea y tienen como principal inversor a “The Union Group”. El consumo del hongo está aprobado en Estados Unidos, Japón, Corea, Inglaterra, Oceanía y Europa.
“Nosotros usamos IA para estudiar en tiempo real la estructura morfológica del hongo y la cantidad de proteínas que generaba, al modificar sus condiciones de cultivo. De esta manera, la inteligencia artificial aprendió de estos cambios, optimizando el medio de cultivo”, dijo Acerbo.
Y agregó: “Es más económico que la carne, el pescado o cualquier otra alternativa animal y que las vegetales -menos la soja que tiene otros temas-. Eso es hoy. Faltan investigaciones, modificaciones genéticas que permitan que produzca el doble de proteína, en la mitad del tiempo, con IA vamos a hacer productos más perfectos para la alimentación”.
“Mi objetivo es hacerles llegar la biomasa a los más de cuatro millones de chicos en la Argentina que tienen déficit alimentario”, enfatizó el científico que comenzó con los trabajos en un cuarto de Recoleta.
La llegada a la NASA
El invento arribó a Cabo Cañaveral de la mano del Ingeniero Aeroespacial Pablo De León y ganó la fase uno y dos en el concurso ‘Deep Space Food Challenge”. El especialista, oriundo de Cañuelas, provincia de Buenos Aires, explicó que “la NASA quiere encontrar una alternativa para la comida en vuelos de larga duración, por ejemplo, un viaje a Marte excede los tres años de duración”.