Corría el ya lejano año 1924 cuando José Argento, un inmigrante italiano que recaló en el suelo argentino, fundó «Casa Argento», un negocio familiar que cumple nada más ni nada menos que un siglo de historia. Sí, en pocos meses llegará a los 100 años y no es un detalle menor.
Es que se trata del último salón de lustrabotas de Buenos Aires, por lo que ingresar a sus instalaciones en calle 25 de Mayo al 328 se asemeja como viajar en el tiempo a una época en la que los hombres lucían de una manera completamente diferente a la actual.
«Mi padre decía que lustrar zapatos es como tocar el violín, que el movimiento del cepillo tiene que ser parecido», exteriorizó al respecto, en declaraciones brindadas a TN, Ernesto Argento, el nieto del mencionado José, «el verdadero Pepe Argento», según exclamó su nieto.
Este último salón de lustrabotas cuenta con paredes con un empapelado de flores, antiguas lámparas, una colección de siete relojes, un espejo biselado, banderines de fútbol, un cuadro firmado por todo el plantel del equipo de San Lorenzo de 1946 y cuatro sillas de madera de cuero.
A su vez, en el fondo, separado por un vidrio, se encuentra otro negocio familiar desde la década de 1970. Se trata de una agencia de lotería y quiniela que potencia la realidad que habla a las claras del espíritu emprendedor de los Argento, que siguen haciendo su camino en Argentina.
La historia de José Argento
José Argento, fundador de «Casa Argento», nació en 1887 en Calabria y con poco más de 20 años se tomó un barco rumbo a Argentina. Su primer trabajo en el país fue empedrar las calles de Buenos Aires y así llevó a cabo sus primeros ahorros, con una ilusión gigante de crecer y progresar.
Así fue como Argento compró pomadas, cepillos y un cajón de madera y comenzó a lustrar botas en la calle Florida. Más tarde, en 1912, se casó con la italiana Constantina Salerno, con quien tuvo 12 hijos, tres de los cuales continuaron con el negocio que abrió el 11 de septiembre de 1924.