Un equipo de investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” develó el origen de un conjunto de huesos de aves que se encontró hace más de 20 años. Los restos pertenecen a una especie que habitó hace más de 100.000 años.
Los animales poblaron una Buenos Aires fría, seca y con grandes extensiones áridas. En el paisaje predominaban tigres dientes de sables, mastodontes y gliptodontes gigantes.
Se trata del “Chloephaga dabbenei”, bautizado de esa manera en homenaje a Roberto Dabbene, padre de los estudios de aves en el país. Esta nueva especie, perteneciente al grupo de las avutardas patagónicas o cauquenes, se alimentaba mayormente de pastos y granos.
La nueva especie forma parte del linaje de los cauquenes y era mucho más grande que los actuales, ya que los investigadores calculan que podía llegar a pesar hasta cinco kilos. Actualmente, existen unas cuatro especies de este linaje distribuidas mayormente en la Patagonia, que durante el invierno pueden llegar a migrar al sur de la provincia de Buenos Aires.
“Los cauquenes o avutardas vivientes son de aspecto semejante al de un ganso y pensamos que el “Chloephaga dabbenei” habría sido parecido. Obviamente, desconocemos los detalles de la disposición de las plumas o los colores, puesto que estos no se fosilizan, pero las marcas musculares son profundas, por lo que nos indica una musculatura más fuerte y un tamaño y robustez mayores a los vivientes”, precisó Gerardo Alvarez Herrera, integrante del equipo de investigación del Conicet.
Según los investigadores, es posible que esta especie estaba estrechamente adaptada a vivir en las áridas pampas bonaerenses de aquel entonces, y el cambio del clima y hábitat la haya llevado a su desaparición, mientras que sus parientes cercanos lograron sobrevivir.