En 1997, bajo la tutela táctica de José Néstor Pekerman, la Selección Argentina volvió a pisar fuerte en la Copa del Mundo Sub-20 que ya había ganado dos años antes en Qatar. En esa oportunidad, Malasia fue la tierra donde la Albiceleste conquistó el título.
En aquel entonces, tras finalizar segundo en su grupo, el equipo argentino dejó en el camino a Inglaterra en octavos de final, a Brasil en cuartos de final y a Irlanda en las semifinales para toparse con Uruguay en el compromiso decisivo por el título.
Y, pese a comenzar perdiendo por un gol de tiro libre de Pablo García, el elenco de Pekerman reaccionó y se impuso por 2-1 para tocar el cielo con las manos. Esteban Cambiasso decretó el empate parcial de Argentina y Diego Quintana desniveló definitivamente.
De esa manera, «Quintanita» se transformó en ídolo para todo el fútbol argentino. Sin embargo, tras militar en Newell’s Old Boys de Rosario, Real Murcia, Instituto de Córdoba, Barcelona de Guayaquil y Skoda Xanthi de Grecia, se retiró y se alejó del ambiente.
¿Qué hizo Quintana entonces? Se transformó en maestro de reiki, protagonizó un retiro espiritual viajando como mochilero por China, Nepal e India y tomó la determinación de vivir sin redes sociales. Sí, un cambio absolutamente rotundo en su vida.
«Estuve por varios templos meditando y sinceramente ese viaje fue un antes y un después. Comencé a experimentar vivencias cada vez más profundas de la cultura milenaria que existe en China, cambió mucho mi forma de ser. Estuve siete días en el Himalaya e hice base un día en el campamento del Everest con 15 grados bajo cero», señaló.
«No uso redes sociales porque se pierde mucho tiempo y prefiero dedicarlo a mi familia», profundizó en diálogo con Infobae. Y, posteriormente, habló de su incursión en el reiki: «Sentí que un libro me estaba esperando, algo se despertó dentro mío y se conectó con la espiritualidad».
De esta manera, Quintana, aquel héroe del Mundial Sub-20 en 1997 y que se retiró de la actividad profesional en 2011, optó por tomar otro camino: «Cuando me retiré, no quise saber nada con el fútbol. Entonces, no iba a la cancha ni jugaba partidos. Estuve desvinculado por completo hasta que nació mi hijo, que fue creciendo, lo empecé a llevar a fútbol y a los cuatro años me dijo que quería ir a la cancha de Newell’s».