Nelson Salazar decidió mostrarle al mundo los paisajes más bonitos de Villa Llanquín y logró enamorar a más de uno. A través de su cuenta de Instagram, Nelson alimenta su hobby de la fotografía y lo vincula con el amor que siente hacia su pueblo con fotos que se volvieron virales.
Si bien su trabajo principal es de mozo en un bar de la zona, Nelson deposita gran parte de sus energías a la fotografía. Nació en Bariloche hace 31 años, pero vive en Villa Llanquín y aprovecha su tiempo libre para retratar la belleza de diferentes paisajes del pueblo. En la actualidad, también se dedica a recomendar paseos a quienes quieran visitar la pequeña ciudad.
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El amor por su pueblito lo reafirma en cada paso, ya que Nelson vivió en otras localidades como Bariloche y Dina Huapi, pero se dio cuenta de que lo que más le gustaba era estar en un lugar que fuera rural y mucho más tranquilo y Llanquín encajaba perfecto con su anhelo. “Es el lugar donde me gusta vivir: tranquilo, con poca gente, donde nos conocemos todos y tenemos una muy linda comunidad”, explicó.
TRABAJO EN EL BAR
“Mi trabajo no tiene nada que ver con la fotografía, soy mozo y también tenía un emprendimiento familiar, un patio cervecero que tenemos planeado reabrir el verano que viene”, comentó Salazar, además de explicar el curioso nombre del patio cervecero, Lucinel, pensado por sus padres, como fusión del nombre suyo y el de su hermana.
Si bien las redes sociales pueden ser una fuente de trabajo, por ahora Nelson solo lo toma como un hobby. El joven asegura que se divierte mucho compartiendo fotos de su pueblo y dice que es algo que jamás imaginó que haría y, mucho menos, que tendría tanta repercusión.
“Yo simplemente subía lo que me gustaba hacer y con eso vinieron muchas cosas positivas y me metí en un mundo muy interesante”, comentó Salazar, refiriéndose a todo el cariño que recibe por redes cuando comparte cada uno de los paisajes.
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La pandemia lo impulso a insistir con las redes
El desembarco de Nelson en las redes sociales “va de la mano con la fotografía”. El joven recuerda que todo inició en 2017 cuando se pudo comprar una cámara y comenzó a probar: “Nunca hice un curso, todo lo que subo a las redes es autodidacta”. Él soñaba con sacar fotos, pero al no saber cómo usar el aparato, se frustró y la guardó por años.
Sin embargo, cuando empezó la pandemia, distintas cosas de la vida lo llevaron a quedarse en Llanquín por un tiempo sin poder moverse del pueblo y, para mantener su mente más ocupada, desempolvó la cámara y volvió a hacer fotos. Al ver los buenos resultados, comenzó a compartirlo por Instagram: “Empecé con una publicación de un caballo diciendo que iba a traer fotos todos los días y hasta el día de hoy no fallo, todos los días publico algo distinto”, cuenta.
El instagramer no esperaba la respuesta que encontró en las redes: “De a poco, me empezaron a llegar mensajes de gente que nunca me crucé en la vida deseándome buena onda y eso me motivó un montón”, cuenta. Con el tiempo, cada vez más personas lo empezaron a ver y hasta preguntar sobre cómo llegar o dónde hospedarse. Incluso, contó que su número de teléfono se hizo muy conocido y a diario le llegan mensajes con consultas. Nos confesó que está muy agradecido con sus seguidores porque lo incentivan a seguir creando.
“Con esto también se fue dando una gran responsabilidad, con el tema de la basura que tiran los turistas o cuando hacen fuego, hay que estar atento a esas cosas, promocionar tanto un lugar tiene sus pros y sus contras”, advirtió el rionegrino.