Fue una semana amasando 400 kilos de harina, además de los 2.000 huevos y los 140 kilos de azúcar. De esa manera, Castillo registró la ensaimada más grande del mundo. El producto típico mallorquí medía 10 metros de diámetro, pesaba 1.350 kilos y fue degustada por más de 10 mil personas en la fiesta que el mismo panadero fomentó.
“Su sabor, su aroma me traslada a mi infancia. Cuando con 5 u 8 años, todas las tardes había ensaimada después de jugar, o cuando íbamos de visita a la casa de los parientes”, contó el precursor, que llegó a San Pedro con los primeros inmigrantes y desde 1998 tiene su propio local en la ciudad. Gracias a su pasión, la localidad fue declarada como la Capital Nacional de la Ensaimada.
Pablo se perfeccionó en el tema y experimentó en varias porciones y tipos. Luego de abrir su propio espacio, llevó su idea a la ciudad de Rafaela. Ahí vio que uno de sus maestros moldeaba la idea de hacer la pastafrola más grande del mundo. Fue su gran inspiración para lo que se venía…

El postre es una postal de la ciudad de San Pedro.
“Diez años después, hago la ensaimada, el 23 de junio de 2003. Lógicamente, en el momento que la hice, se podía dar porque había poquísimo trabajo, una recepción impresionante y como soy bastante inquieto y esa idea seguía en mi cabeza, le digo a mi amigo y mi primer maestro, todavía hoy trabajamos juntos y tiene 81 año, Heber: ‘¿Hacemos la ensaimada más grande del mundo?, y me dice que bueno… Y ¡éramos él y yo! Y la hicimos, fue una locura: estuvimos una semana amasando, haciendo crema pastelera y la armamos en 15 horas. Éramos nosotros dos y un muchacho que nos alcanzaba las cosas. Así fue como hicimos la ensaimada más grande del mundo. No imaginábamos que iba a repercutir de la manera que sucedió”, aseguró Castillo, emocionado, en el Día del Panadero.
Y para celebrar los tres años del ingreso al Guiness, organizó una fiesta para reunir a toda la ciudad. En ‘La ensaimada está de fiesta” se reunieron 10 mil personas. “Este producto me remonta a las mesas de mi familia, los domingos, las quintas. Era mi postre y quiero que siga siendo el gran postre de todas las familias”, dijo el panadero que entró en la historia.
Un manjar
La versión aireada, dulce y esponjosa llegó el siglo pasado a Buenos Aires y después fue reemplazada por la medialuna. En San Pedro, se mantuvo la tradición con las ensaimadas de dulce de leche o crema pastelera. También está la opción salada, con jamón y queso.