La acción del Papa Francisco está viva. El Sumo Pontífice, que falleció el pasado lunes, dejó un legado que hace hincapié en decisiones anticorruptivas y con un fin netamente solidario. Entre sus últimas acciones, dejó en claro que los últimos 200.000 euros sean girados a una prisión en Roma.
Bergoglio donó esa cantidad de dinero al centro penitenciario para menores Casal del Marmo, en Roma, para ayudar, específicamente, con la fábrica de pastas que allí opera.

El último Jueves Santo, el Papa Francisco estuvo en la cárcel de Regina Coeli.
Benoni Ambarus, director de la Oficina para la Pastoral Carcelaria y encargado de Asuntos Caritativos de Roma, recordó cómo se originó la iniciativa: “Le dije que tenemos una hipoteca cuantiosa sobre esta fábrica de pastas y que, si conseguíamos cubrirla, bajaríamos los precios de los productos, venderíamos más y podríamos contratar a más chicos”.
Entonces, éste le respondió: “Casi me quedo sin dinero, pero aún tengo algo en mi cuenta” y, a continuación, le envío la suma.
Cabe recordar que el Papa mantuvo una fuerte defensa hacia los presos y puso especial énfasis en no marginar a quienes están privados de su libertad.

La última voluntad de Francisco tuvo, una vez más, un fin solidario.
De hecho, el pasado Jueves Santo, el Papa estuvo en la cárcel de Regina Coeli, en Roma, donde “gritó al mundo, con todas sus fuerzas, la necesidad de prestar atención a los presos”
El apoyo hacia los privados de la libertad fue continuo: en 2013, había estado en Casal del Marmo; en 2015, en la cárcel de Rebbibia; en 2017, en la prisión de Paliano; en 2019, en una cárcel en el municipio de Velleteri; en 2022, en la de Civitavecchia; en 2023, nuevamente en Casal del Marmo; y, en 2024, en el módulo de mujeres de Rebbibia.