Luego de rezar el Ángelus en el Vaticano, el papa Francisco se tomó un momento para pedir por la paz en Ecuador, ya que la población está atravesando un estado de excepción producto de los hechos de violencia, secuestros y muertes que comenzaron hace algunas semanas.
En el mensaje, el pontífice saludó a los sacerdotes y migrantes ecuatorianos, «a quienes asegura la oración por la paz en su país». Si bien el líder de la Iglesia Católica siempre tiene presente a la nación latinoamericana, es la primera vez que hace referencia los actos criminales que iniciaron en los primeros días de enero.
En la misma línea, el Santo Padre también rezó por Haití, Ucrania y Tierra Santa. Al momento de hablar sobre el país caribeño, manifestó que recibió con dolor el secuestro de un grupo de personas, «entre ellas seis religiosas».
Y añadió: «Al pedir encarecidamente su liberación, rezo por la concordia social en el país y llamo a todos a poner fin a las violencias, que tanto sufrimiento causan a esa querida población«.
El Ángelus de este domingo
Ante la presencia de 20 mil personas que se acercaron a la plaza de San Pedro, Francisco realizó el Ángelus del domingo 21 de enero. Segundos antes de iniciar la ceremonia, comentó que «el Señor ama implicarnos en su obra de salvación, nos quiere activos con Él, nos quiere responsables y protagonistas».
Según aclaró el medio Vatican News, el Evangelio de la Liturgia de esta jornada «narra la vocación de los primeros discípulos llamados por Jesús a seguirle para convertirse en pescadores de hombres».
Por este motivo, el pontífice explicó que «un cristiano que no es activo, que no es responsable en la labor de anunciar al Señor y que no es protagonista de su fe no es cristiano», pero que de igual manera Jesús mantuvo paciencia para con sus discípulos «que a menudo no comprendían sus palabras, no se llevaban bien entre ellos, durante mucho tiempo no lograron acoger aspectos esenciales de su predicación, como el servicio».
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Y agregó: «Sin embargo, Jesús los eligió y siguió creyendo en ellos. Esto es importante, el Señor nos eligió para ser cristianos. Y somos pecadores, hacemos una cosa tras otra, pero el Señor sigue creyendo en nosotros. Esto es maravilloso».
«Llevar la salvación de Dios a todos ha sido por Jesús la felicidad más grande, la misión, el sentido de su existencia. Y en cada palabra y acción con la que nos unimos a Él, en la hermosa aventura de donar amor, se multiplican la luz y la alegría: no sólo a nuestro alrededor, sino también en nosotros. Anunciar el Evangelio, entonces, no es tiempo perdido: es ser más felices ayudando a los demás; es liberarse de sí mismo ayudando los demás a ser libres; ¡es hacerse mejores ayudando a los demás a ser mejores!», concluyó.