Hay muchos factores que diferenciaron al papa Francisco de sus predecesores a lo largo de estos diez años. Aunque la mayoría tienen que ver con tomar decisiones arriesgadas dentro de la propia religión, hay una que es muy específica y lo señala como típico argentino: el amor por el deporte, pues siempre demostró su fanatismo por esta clase de actividades, especialmente por el fútbol, cuyo sentimiento nació por San Lorenzo de Almagro.
Desde juntarse con deportistas de elite hasta organizar partidos por la Paz mundial en el estadio Olímpico de Roma con leyendas de diferentes épocas, el sumo pontífice se convirtió en una voz más que autorizada para hablar del tema y bajar un mensaje. Por este motivo, aprovechó la misa del domingo para recordar el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz que se conmemoró el último sábado y hacerle un pedido a todos los que están involucrados.
En el Regina Caeli, el cardenal de Roma explicó que «la práctica de un deporte puede educar a una sociabilidad abierta, solidaria, sin prejuicios«, pero que para que suceda es necesario que existan «dirigentes y entrenadores que no busquen sólo la victoria o el beneficio«.
En la misma línea, manifestó que hay que promover «un deporte que fomente la amistad social y la fraternidad«, algo que se puede ver en algunos sectores, como el rugby, o en categorías infantiles o juveniles, donde lo importante no es el resultado, sino el aprendizaje.
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Minutos más tarde del discurso de Francisco, el Vaticano recibió con los brazos abiertos al argentino Fernando Belasteguín, un histórico jugador de pádel que es reconocido por tener el golpe más fuerte. Según revelaron los medios locales, el oriundo de Pehuajó viajó con su esposa y sus tres hijos para reunirse con la comunidad del Dispensario Pediátrico «Santa Marta», donde fue recibido por la directora, Sor Anna Luisa Rizzello, y por la vicepresidenta de Athletica Vaticana, Valentina Giacometti.
Al finalizar su encuentro con las personalidades destacas, El Boss, como lo apodan desde hace años, declaró que «la presencia oficial de la Federación Vaticana en el mundo del pádel es importante precisamente porque recuerda valores fundamentales como la solidaridad y la inclusión a través del deporte y, sobre todo, a través de una disciplina popular como el pádel».
Además, comentó que hay que tener compromiso a la hora de «dejar jugar a las niñas y los niños con discapacidad y a las personas más frágiles«, pues haría del deporte un lugar mucho más inclusivo.
