Los clásicos son un campeonato sin vuelta olímpica. Hay una medalla en juego que va más allá de cualquier trofeo: el orgullo, el honor futbolístico. Son partidos que consagran. Destraban un nivel de jerarquía y de carácter. Se puede quedar en la historia. Por actuaciones estelares que se repiten, como Martín Palermo y Juan Román Riquelme, el Beto Alonso Alonso y el Burrito Ortega. O por apariciones fantasmales que consagran más en la memoria del hincha que en la carrera del profesional. Hugo Romeo Guerra disputó apenas 12 partidos con la camiseta de Boca, pero su nucazo se hizo eterno. Ricardo Rojas no compite en la en el museo de River con los Tarantini, Sorin o Casco, aunque su vaselina se inmortalizó. Hay héroes que son póster, o fondo de pantalla de celular en estos tiempos, y también anónimos que se hacen indelebles.
Es el mano a mano más grande del fútbol argentino. En el caso del fin de semana en Córdoba se potencia porque es a eliminación directa. Uno sigue y el otro mirará la definición de la Copa de la Liga por televisión. Y encima, por primera vez desde la final de Libertadores en Madrid para acá, será con las dos hinchadas. Casi seis años después. No es comparable la instancia de competencia, por supuesto, pero estarán cara a cara otra vez. Ahí todos pelearán por ser el muchachito de la película del superclásico. Algunos ya están acostumbrados a la primera plana, como Edinson Cavani y Franco Armani, como Chiquito Romero y Nacho Fernández, pero hay dos chicos que quieren tocar el cielo con el botín.
¡GOL DE RIVER! ¡¡GOLAZO DEL DIABLITO ECHEVERRI PARA EL 1-0 ANTE NACIONAL!!
Mirá TODA la CONMEBOL #Libertadores por #StarPlusLA pic.twitter.com/0IZfIOrPaP
— SportsCenter (@SC_ESPN) April 12, 2024
El Diablito Echeverri quiere hacer historia con sus 18 años. El pibe que corre con pasos cortitos como Ponzio pero tiene el desequilibrio en velocidad de Pablito Aimar, busca dejar su apellido en la memoria. Le pasó todo rápido al mediapunta que ya fue vendido al Manchester City en casi 30 millones de dólares si se suma todo. Hace años que se lo señalaba como el talento del futuro en las Inferiores de River. En el 2023, Demichelis lo subió a entrenarse con el plantel de gala y explotó en el Sub 17. Tanto generó él, y tanto se le quería buscar el lunar al entrenador, que Echeverri la rompía con chicos de su edad en la Selección y ahí mismo se transformaba en tendencia el DT de River. En realidad, Demichelis fue quien lo hizo debutar. Y de entrada le costaba el ritmo físico, el roce. Tal vez demoró un poco en darle pista, quizá complicó un plantel numeroso con una sola competencia desde la llegada de Lanzini.
Ahora el chico la rompe de titular y viene de hacer un golazo contra Nacional de Uruguay, el primero en Copa Libertadores. El es la esperanza de desequilibrio para River, ratificando que no importa la edad si no el talento. Echeverri lo tiene y tendrá la chance de mostrarlo en uno de sus primeros y últimos superclásicos de titular, porque la prepotencia de los euros de los poderosos de Europa rompen de un modo precoz la posibilidad de disfrutar a los cracks todos los fines de semana en Argentina. El propio Beto Márcico, ídolo de Boca, declaró que Echeverri va a ser el sucesor de Messi en la Selección.
Kevin Zenón es el otro talento que quiere llevarse todas las miradas. El zurdo de 22 años destrabó la adaptación a la pesada camiseta de Boca en un ratito. Era un valor para un chico tan joven pelear contra la angustia de no descender en Unión. Pero el Mundo Boca siempre obliga a un upgrade, a un salto de calidad. Lo logró hasta con el peso de reemplazar al Colo Barco, un chico del club que en apenas 7 meses en Primera se transformó en el mejor jugador de campo del 2023, junto a Romero y su trascendencia fundamentalmente en los penales que arrimaron a Boca a la final de la Copa contra Fluminense. Y con Advíncula completando el podio si se quiere. Ahora el equipo de Diego Martínez tiene más volumen de juego, mejor calidad de ataques. Y ahí está la mano del entrenador, que potencia con una idea el desarrollo de los futbolistas, y también la capacidad de los jugadores para hacer relucir la búsqueda.
Boca tiene, fundamentalmente en el último mes, un mediocampo que hace mejor a todos. Equi Fernández como eje en la salida, Pol Fernández con su experiencia, Medina como conductor designado y Zenón por momentos rompiendo como si fuera el Chino Tapia de los 90. Con desequilibrio en el uno contra uno y buen pase. El propio Juan Sebastián Verón, un crack antes de ser presidente de Estudiantes, lo eligió como uno de los mejores jugadores del torneo junto a Medina y el Ruso Ascacibar, el volante de su club. Para consagrarse, justamente, tanto Zenón como Echeverri, dos pibes al fin de cuentas, sueñan con ser campeones de este torneo sin medalla que es el Boca-River. La historia tiene un casillero libre para otro héroe.