«Enzo, no rompas las pelotas, quedate en Estudiantes, para ganar la Copa». El ruego en forma de cantito partió de la hinchada, de esa familia orgullosa que es la escuela pincharrata. Descendientes de esa cultura bilardista que habla de ganar, ganar, ganar, en medio del festejo por el trofeo de campeones ya pensaban en la Libertadores 2025. Fue conmovedor el acompañamiento a Santiago del Estero. Y también el pedido al emblema por adopción. Enzo Pérez, como tantos otros tipo Mauro Boselli, Mariano Andújar o la Gata Fernández, se hicieron de Estudiantes de grandes. Como el propio Alejando Sabella, que arrancó en River y se hizo mural eterno en La Plata. Por eso el volante central volvió allí cuando se detonó su relación con Martín Demichelis después del off más famoso de la historia moderna.
No quería ser sólo parte de la foto que perdura en el country de City Bell por haber salido campeón de América en 2009 en ese equipazo capitaneado por la Bruja Verón. Sin mirar el DNI, volvió a aportar liderazgo y fútbol para liberar al Ruso Ascacibar, el nuevo cacique, figura del título contra Vélez. Enzo, entonces, actualizó su currículum ganador con la Copa de la Liga y este nuevo título entre los ganadores de los dos torneos del año. Sin que nadie le regalara nada, con partidos buenos y otros más normales, pero siempre con la inteligencia para moverse en su nuevo rol. Hace 15 años era un volante que partía a un costado del doble 5 de los idolatrados Braña y Verón. Ya hace tiempo es el mediocampista central que puede ser salida limpia y quite en ese lugar determinante de cualquier equipo con pretensiones. Ahora, más allá de los cantitos, piensa que es hora de otro final de película para su carrera…
Desde la mirada cerebral puede sonar difícil la decisión. Enzo Pérez es amado en Estudiantes, titular indiscutido, se viene la Copa Libertadores y, pese a esa presión, es un stress diferente al que se vive en Núñez. Gallardo en esta Copa va a estar más obligado a llegar a la final porque armará su equipo, no se subirá a un tren andando, como él mismo declaró al asumir hace unos meses. Pero Enzo lo piensa con el corazón. Entonces no hay tanto debate interno: dentro de uno no hay dos opciones. Aun cuando en febrero vaya a cumplir 39 años… El propio Oscar Ruggeri avisó en televisión que si el mendocino lo llamara, le recomendaría no volver a River. Su explicación en la pantalla de ESPN, en F90, fue que nadie lo va a quitar de la bandera, que su salida fue con ovación. Pero Enzo no tiene problema en poner en juego momentáneamente la corona.
No le gustó su salida, donde dejó ver sus lágrimas pero escondió la lengua para no aportar más combustible al incendio. Y sueña con otra Copa Libertadores con el Muñeco como entrenador. Es cierto, aunque hoy suene música de violines: el último año de Gallardo, el 2022, el más terrenal, había sido desgastante para todos. Pero después de los abrazos, del llanto en la mitad de la cancha, quieren estar juntos otra vez. Enzo sabe que puede ser campeón o suplente, que igual nadie le hará bigotes a su póster. Que al otro día que se retire volverá a ser fondo de pantalla de celular. La Copa en Madrid contra Boca lo hizo eterno. Y el buzo verde con el que atajó una vez tampoco se mancha.
Gallardo necesita un líder, alguien que maneje un vestuario que quedó herido. Armani es otro tipo de capitán, más respetado por su ejemplo y su carrera. Enzo es un líder también desde la palabra, que hasta puede poner cara de malo si algo no le agrada. Sin olvidar su vida en la cancha, con dos Mundiales, Copas Libertadores ganadas y un sentimiento ciento por ciento River. Ya le gritaba a Boca los goles como hincha cuando estaba en otros clubes. Se llama Enzo… Pero además, River necesita un 5. El uruguayo Fonseca fue titular en el partido más relevante del año, con Atlético Mineiro en Brasil. Después de esa goleada, desapareció. Matías Kranevitter entró desde el inicio en la revancha en el Monumental. Luego de esa eliminación se achicaron sus chances. Ahí apareció Villagra, el jugador que el entrenador quiere recuperar, aunque el ex Talleres tiene que superar no sólo el peso de la camiseta sino el cartel de su cotización. River fue al supermercado con hambre y le cobraron 12 millones de dólares por un volante central…
Enzo Pérez no parece del perfil de Leo Ponzio, que era capitán desde el banco, en voz baja casi, o hablándoles a sus compañeros al oído. El necesita más jugar, sentirse importante también el césped, aunque habrá que ver cómo se acomoda con la madurez de la edad y la chance de la última oportunidad. Está claro que volver a River para él no será una gira de despedida. No piensa en un tour por las canchas del fútbol argentino, Sudamérica ni Estados Unidos para el Mundial de Clubes. Alguien competitivo como Enzo siempre va por más. Lo demuestra en su próxima decisión. No le importa irse de la mística de Estudiantes con tal de recuperar su ADN de River…