En Roldán, provincia de Santa Fe, hay un Papa Noel muy especial que llena de alegría a todos los niños de la zona. Se llama Marcelo y junto a su esposa Gladys, ambos sordomudos, cada fin de año realizan un colecta de juguetes mediante rifas y donaciones de los vecinos y reparten más de 400 regalos a los que menos tienen.
Marcelo y Gladys. Esa es la historia de amor. Él tiene 53, ella, 50. Se conocieron en la escuela especial que asistían en Pergamino. Ambos se enamoraron, formaron pareja y tuvieron hermosas hijas. En 2018 se mudaron al barrio Las Tardes, de Roldán y a Marcelo le picó el bichito, otra vez, de la solidaridad. Ya en Pergamino se disfrazaba de Papa Noel y regalaba golosinas y caramelos. Pero esta vez pensó en grande. Su hermana Raquel, tutora de ambos desde que sus padres fallecieron, decidió darle una mano y junto a Tinna, una vecina, y con el apoyo de la familia y amigos, tomaron la iniciativa de hacer una colecta de juguetes usados entre los vecinos del barrio para que Papá Noel Marcelo los reparta en el merendero. En diciembre de 2018 comenzaron con esta experiencia que, desde entonces, no dejó de crecer.
Marcelo, el protagonista de esta actividad solidaria que a diario se dedica a cortar pasto, tuvo meningitis al año de vida y quedó sordo. Su pareja lo es de nacimiento. Raquel vive a dos cuadras de la pareja y tiene a su cargo a las hijas del matrimonio que también colaboran con la movida navideña. Hoy ambos participan también en el coro de lengua de señas de la localidad. Y lo que empezó allá por 2018 hoy es un ejemplo de integración y solidaridad que emociona a todos. “Todavía no sabemos a qué cantidad de merenderos vamos a llegar a visitar en esta oportunidad pero mantenemos la misma idea que los años anteriores y el próximo 25 de diciembre poder entregar la mayor cantidad de juguetes posibles”, contó Raquel, ya que Papá Noel Marcelo y sus colaboradores los repartan en cuatro merenderos, tres ubicados en el barrio Villa Flores y uno en Posta 16, donde asisten chicos cuyas familias atraviesas dificultades económicas.
Los fondos para comprar los regalos se obtienen con una rifa para la que habitantes y emprendedores del barrio aportan premios. Marcelo y su señora suman por su parte souvenirs que rellenan con caramelos y también son repartidos. Además, él fabrica juguetes en madera que agrega a los regalos navideños. “Están súper contentos, a los suvenires los preparan con tanto amor, calando cada uno y pintándolos a mano. Esperan que llegue ese día con profunda alegría sabiendo que la comunidad colabora porque es una obra de bien”, contó emocionada Raquel. Todos en Las Tardes colaboran donando premios y comprando la rifa. Los regalos también son cuidadosamente seleccionados; hay juguetes para los más chicos como peluches; para las infancias donde predominan pelotas, muñecas, maquillaje y para adolescente hasta 14 años que reciben algún accesorio o juegos de cartas y de mesa.