Kaiapuni es una empresa que está la moda y su secreto viene detrás de una historia de esfuerzo y de mucho trabajo. Todos los viernes, Santiago lleva a cabo su rutina, que consiste en recoger las bolsas de arpillera de cinco cervecerías de la provincia de Buenos Aires. Los envases de la malta, son transformados en mochilas, materas, bolsas y riñoneras. Además, aprovecha las bolsas desechadas por una fábrica de juguetes y los bolsones de alimentos para perros y gatos.
El negocio se empezó a expandir y contrató maquinarias,: de vender 15 mochilas pasó a entregar 400 de manera directa y 600 a mayoristas. “No damos abasto con la producción. Incluso nos falta mano de obra, invertimos en más máquinas, capacitamos cada vez más gente, pero nos sigue faltando”, contó emocionado la cabeza de la pyme, Harriague.
Su idea nació en el campo. El joven trabajaba en Vedia y ahí observó cómo miles de bolsas que contenían semillas eran volcadas en un carro de basura. Al tiempo, una cervecería le ofreció un lote de bolsas y ahí arrancó con la gran iniciativa.
Ante la gran demanda, de a poco fue sumando gente a su empresa y de a poco está incursionando en nuevos modelos que son tendencia en el mercado. Es más, ya realizó algunas ventas a Australia, Costa Rica y Estados Unidos.
“Necesitaba plata para poder empezar a producir en cantidad y me fui a trabajar afuera durante seis meses. Lo que cobraba lo pasaba a pesos y lo mandaba para que fabriquen más mochilas”, agregó
Su gran meta, ahora con 31 años, es posicionar la marca. Por ejemplo, contrató a una artista de Bariloche, Josefina Pinta, para intervenir con dibujos en los productos que se ofrecen en las redes virtuales.