Hay personas que utilizan las oportunidades que la vida les dio para realizar un bien sin recibir nada a cambio con el objetivo de ayudar a los que más lo necesitan y aportarle un granito de arena a la sociedad para que sea un poco mejor de lo que es. Uno de estos casos es el de Fernanda Meritello, una escritora de 60 años que utiliza su casa para brindarles acogimiento familiar a los niños y niñas que deben ser separados de sus padres de forma temporal o permanente.
Según reveló en una entrevista con Infobae, la mujer participa del Programa de Acogimiento Familiar, del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (CDNNyA) de la Ciudad de Buenos Aires. Principalmente, lo que hace es ofrecer su hogar para criar y cuidar a los más chicos mientras son apartados de sus familias, independientemente de si en el futuro regresan con sus tutores o son adoptados por otros adultos.
En la nota, explicó que empezó a conectar mucho más con las historias familiares desde que comenzó a colaborar en el Hogar de Cristo hace más de diez años, ya que acompañaba a las familias que se acercaban al establecimiento con los jóvenes que sufrían adicciones: «No es un lugar de rehabilitación, es un lugar de acompañamiento. Se empieza a restituir un poco su su vida desde la nada, porque son, por lo general, gente en calle, de extrema vulnerabilidad. Y ahí acompañé mucho a mamás. Y de repente empecé a ver un poco que había infancia ahí. En medio de todo eso empezó a dolerme mucho la infancia«, comentó.
Finalmente, tomó la decisión de inscribirse al programa luego de acompañar el embarazo de una madre a la que separarían de su bebé por sus problemas con el consumo. Para no perderle el rastro al infante, se anotó: «Ahí nos inscribimos. Yo no tenía idea. No estaba en mis planes, no era algo que yo pensaba hacer«, manifestó.
Al recibirlos en su casa, Fernanda lleva a cabo el proyecto con su propia familia, lo que «complica» el panorama cuando un niño la empieza a llamar «mamá», ya que no sabe si «lo dice porque escucha o lo dice porque es la palabra que sale ante el referente afectivo que lo está cuidando«.
En la misma línea, contó: «Es algo que sucede más o menos uno o dos meses antes del año. La primera chiquitita se fue diciendo mamá y rápido lo pude redireccionar: ‘sí, ya viene mamá y papá‘. De hecho, uno también lo dice cuando empiezan a decirlo, aunque no se sepa si vienen, pero siempre lo decís ‘ya te van a venir a buscar mamá y papá’. Pero igual, por más de que vos le digas eso, cuando se refiere a vos te busca con mamá o papá«.