Integrantes del Ayuntamiento de Carmona y la Universidad de Córdoba de España hallaron en 2019 una tumba romana con seis cinerarias donde descasaban los restos de cuatro personas no identificadas y dos hombres llamados Hispana y Senicio, según las inscripciones que había en la cámara donde los encontraron. En medio de la investigación, los científicos visualizaron un líquido rojizo dentro de una de las urnas. Hoy, tras cinco años desarrollando estudios, confirmaron que se trata del vino más antiguo del mundo.
Según reveló en una entrevista uno de los catedráticos del Departamento de Química Orgánica de la UCO, José Rafael Ruiz Arrebola, tuvieron que realizar una serie de exámenes químicos sobre las sales minerales o la ausencia de materia orgánica para verificar el contenido: «Los análisis practicados no dan lugar a discusión alguna, son los vinos más ancestrales de los que hay constancia«, comentó.
En la misma línea, informó que el líquido era originalmente blanco, pero que con el paso del tiempo, dos mil años para ser exactos, adquirió el típico tono bordó que suele tener esta famosa bebida. A pesar de esta «transformación», pudo conservar su estado natural por las buenas condiciones en las que se mantuvo la tumba.
Contrario a lo que se puede pensar, el vino no se uso para consumir sino que lo utilizaron para cubrir los restos de uno de los hombres fallecidos como forma de un ritual funerario, pues también se toparon con anillos de oro y perfumes. Por este motivo, los arqueólogos llegaron a la conclusión de que se trataba de una familia adinerada para su época.
Ante este descubrimiento, Speyer dejó de ser considerado como el vino más añejo de la humanidad, algo que se creía difícil de superar porque fue descubierto en 1867 luego de su fabricación entre los años 325 y 350 d. C.