La producción de olivo va en aumento, pero hay un rincón en la provincia de Buenos Aires que se destaca hace años en la zona sur. Desde aquí, partiría la Ruta del Olivo hacia un sector consolidado.
Inicialmente, el cultivo se dio en zonas cordilleranas: Catamarca, San Juan y La Rioja. Pero gracias a las técnicas y distintos procedimientos, se pudo emular el trabajo en distintas regiones totalmente distintas en cuanto al clima y las condiciones del suelo.
El objetivo es integrar diversas actividades productivas, promover el turismo y generar nuevas fuentes de empleo. El aceite de oliva es uno de los productos estrella que se consume tanto en el hogar, como en las cadenas de restaurantes.

Las zonas de explotación en la Ruta del Olivo comprende 2.500 hectáreas.
El plan también impulsa el desarrollo de infraestructuras turísticas, como la creación de un circuito de visitas con actividades como catas y talleres, que fomentarán la interacción entre productores, turistas y la comunidad local con las fabricas consolidadas en todo el país en el rubro.
Se estudia, además, la realización de festivales y eventos temáticos que celebrarán la cultura del aceite de oliva, promoviendo la gastronomía y posicionando a la región como un destino clave para los viajeros.
Ver esta publicación en Instagram
La región alberga casi 50 explotaciones olivícolas que comprenden un total de 2500 hectáreas, con más de 350.000 plantas de olivos en los partidos de Villarino, Coronel Dorrego, Puan, Coronel Rosales, Bahía Blanca,Tornquist y Patagones.
En cuanto a los modelos productivos, acá conviven dos tipos. El primero corresponde a los productores de menor escala, que siguen un modelo más artesanal y tradicional, con marcos de plantación amplios inspirados en prácticas europeas. Y por otro lado, el modelo mecanizado, que busca maximizar el caudal de cultivo.