La columna de Nico Artusi: Tocata y fuga de la ciudad
La librería The Book Shop queda en Wigtown, un páramo costero que no llega al millar de habitantes; aun así, es la sede de esta tienda de textos usados, la más grande de Escocia.
En la mística de la Gran Renuncia (un título romántico de la sociología moderna para actualizar aquello que inmortalizó la película La fiaca o el cancionero de Rodolfo Zapata: “¡No vamo’ a trabajar!”), hay un anhelo mayor que cualquier otro: abandonar la vida citadina y retirarse a un pueblo para abrir un café o una librería. El escocés Shaun Bythell lo hizo. Un buen día decidió dejar la ciudad, mudarse al pueblito costero de Wigtown y pedir un crédito para comprar The Book Shop, la librería de usados más grande de su país: más de cien mil volúmenes, dos kilómetros de estanterías, pasillos laberínticos y una máquina de café de filtro, todo aquello que configura el paraíso de un bibliófilo. O no exactamente.
“Por la tienda desfila el más amplio espectro de la especie humana”, escribe Bythell.
“Ninguna de mis expectativas se cumplió”, asume Bythell en Diario de un librero, un portentoso volumen de tapa dura que, según el crítico Jon Dennis, “merece convertirse en uno de esos bestsellers que tanto irritan a su autor”. Si la promesa bucólica de una librería cerca del mar tiene el peso específico de un sueño para aquel con fatiga de subte y piquete, Bythell desmantela el romanticismo: en su diario enumera las penurias de comprar y vender lotes de libros usados, los dolores de espalda y las rinitis alérgicas al lidiar con kilos de papel polvoriento, las excentricidades de los clientes que buscan una primera edición de textos tales como The Female Instructor (una guía para la felicidad doméstica de la era victoriana) o la más lúbrica A History of Orgies (sí, la historia de las orgías) y las amenazas comerciales de los sitios de venta online. “Por la tienda desfila el más amplio espectro de la especie humana”, escribe Bythell: “Unos regatean, otros recomiendan libros; unos son espectacularmente groseros, otros te cuentan su vida o quieren conocer la tuya…”. Aun en el ajetreo de la rutina diaria, él tuvo el tiempo para interrumpir la atención al cliente exigente y documentar algunas de las anécdotas más memorables, en un diario que empieza en febrero de 2014 y termina un año después y que se inspira vagamente en “Bookshop Memories”, el pequeño ensayo que George Orwell publicó en 1936 y que conserva su vigencia, al describir la librería típica como un sitio mágico y delatar al cliente regular como un maníaco que puede llegar a ser peligroso.
Sin embargo, este Diario de un librero no debe desalentar a aquel que usa como combustible cotidiano el anhelo de la fuga y acaricia la fantasía que tuvimos todos: dejar la oficina y montar un chiringuito cerca de la playa. Las posibilidades de lograrlo son ínfimas pero existen y en la locura pueblerina (otra clase de locura aunque locura al fin) se asienta el impulso que alienta a seguir adelante. Aunque se hayan derramado más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas, Bythell hace un balance final de su experiencia: “¿Cambiaría algo? No”. La aventura vale la pena.
¿Y el café?
La librería The Book Shop queda en Wigtown, un páramo costero que no llega al millar de habitantes; aun así, es la sede de esta tienda de textos usados, la más grande de Escocia. Los meses de verano se llena de turistas que buscan lectura para la playa pero las tardes de invierno, en las que el sol retacea, se hacen más llevaderas con un típico café escocés: un espresso doble con una ración de whisky y una bocha de helado de vainilla.
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