Luego del paso de un nuevo “Día de los Enamorados”, en el aire de febrero se percibe el romanticismo. Por tal motivo, es el momento indicado para recordar una de las historias más cautivantes de la provincia de Córdoba. “La guitarra de árboles”, es una de las muestras de amor más significativa que un hombre realizó para homenajear a su esposa. La escultura se puede apreciar desde el cielo y también se la suele ver a través de Google Earth.
En el norte de General Lavalle, se llevó a cabo una obra de arte forestal. El productor agropecuario, Pedro Martín Ureta, plantó 7.000 árboles y creó un formidable instrumento denominado “La guitarra de árboles” y de esa forma pudo cumplirle el deseo a su esposa Graciela Yraizoz, quien falleció a los 25 años, por una aneurisma cerebral en 1977. Desde ese duro momento, Pedro se procuró concretar aquel sueño y tiempo después logró consumarlo.
¿Cómo fue la elaboración de “La guitarra de árboles”?
El instrumento forestal quedó conformado por cipreses californianos en sus contornos, que gracias a esto es lo que le da un color verde oscuro desde las alturas. Por su lado, las cuerdas están hechas con eucaliptos medicinales de tonos azulados. Mientras que el puente, como la estrella que decoran la huella de la guitarra están delineados por pinos cipreses de piñas.
Cabe mencionar que los árboles comenzaron a ser plantados a fines de los 70, y los mismos medían entre 15 y 25 centímetros de altura. Los árboles llegaron a su madurez y tamaño definitivo unos 35 años después del fallecimiento de Graciela. Mientras que en la actualidad, los detalles y contornos son excelentemente visibles desde las alturas.
Esta obra que puede apreciarse desde el cielo, llamó la atención de la NASA (Administración Nacional Aeronáutica y el Espacio), quien documentó la escultura con el Radiómetro de Reflexión y Emisión Térmica Avanzada del Espacio (ASTER) en el satélite Terra. Además, cabe mencionar que la guitarra fue elaborada a lo largo de 25 hectáreas y se encuentra 19 kilómetros al norte de General Lavalle.
La historia del singular homenaje
Pedro Martín Ureta, que venía de una familia estanciera, inició su relación con Patricia Yraizoz a finales de los 60. Un día al sobrevolar la zona, Patricia notó que un campo tenía la particular forma del un balde. Tras este hecho, un deseo se introdujo en la mente de la mujer y esa idea fue la de diseñar “La guitarra de árboles”. Esto se lo trasmitió a su esposo Pedro, que no desechó ese sueño, pero lo postergó.
Sin embargo, un suceso fatal, modificó los planes de la familia. Debido a que en 1977, a sus 25 años, Graciela sufrió un desmayo como consecuencia de una aneurisma cerebral, que luego le provocó la muerte. A su vez, ella estaba embarazada y no pudo dar a luz al quinto hijo de la pareja. Por su parte, Pedro le hizo frente al dolor, se puso el sueño al hombro y tiempo después lo pudo concretar.
Pedro puso manos a la obra, se comunicó con expertos en paisajismo, quienes no tenían expectativas en que Ureta pudiera cumplir con el homenaje. Pero el hombre decidió llevar adelante la creación y se puso a trabajar él mismo, junto a familiares y empleados. Con el paso del tiempo y en plena construcción debieron soportar inclemencias climáticas, como así también a la fauna del lugar para concluir la obra. Sin embargo, años después consumaron la tan preciada “guitarra de árboles” como Graciela pretendía.
Todo aquel que quiera visitar la escultura forestal, puede hacerlo caminando y de esta manera, podrá disfrutar de un pasadizo de árboles perfectamente alineados, dentro de la Estancia La Guitarra. Pero si lugar a dudas, la idea es que puedas sobrevolar la zona y ver “La guitarra de árboles” desde las alturas. Cosa que Pedro nunca se animó hacer por su temor a volar, pero con su esfuerzo creó un significativo homenaje a Graciela, que es un gran símbolo de amor.