En las bulliciosas calles de Lanús, donde las palomas danzan entre cables y los pájaros trazan sus rutas en el cielo, existe un rincón inusual: el refugio alado de Daniela Festorazzi, una joven que lleva más de seis años dedicados al rescate y cuidado de aves en peligro y se ha convertido en una figura crucial para aquellas criaturas aladas que necesitan más que libertad, porque ella les brinda amor y atención humana además de alimento.
La historia de Daniela, apodada Nani en el barrio, comenzó con un encuentro casual con una paloma lastimada en la calle. Sin un lugar claro a dónde llevarla y con la falta de información sobre cómo cuidar aves heridas, Nani decidió actuar con el corazón y ese momento marcó un punto de inflexión en su vida. «Me encontré con un mundo súper difícil», confiesa la vecina de Lanús que llamó «Susana» a esa paloma que llevó a un veterinario para curarla y cuidarla hasta liberarla en un lugar natural. Aunque lo que más impactó a Daniela fue que «Susana» regresó a su casa días después, ya que las palomas cuentan con una capacidad legendaria para reconocer a quienes las ayudaron. «La reconocí y no lo podía creer, me puse a llorar y le di unas semillas. Ahí me di cuenta que ellas sienten y entienden como cualquier animal», cuenta la mujer de 31 años.
Contrario a los mitos que rodean el cuidado de aves, Nani asegura que es muy difícil contraer enfermedades por atender o dar tránsito a estos animales y ya lleva más de 500 aves rescatadas y cuidadas en su hogar. Por ende, hoy Nani no solo convive con palomas sino que su hogar alberga más de 30 aves de diversas especies: rapaces, gavilanes mixtos discapacitados, loros, gallos, cotorras y una catita chiriri. «Algunas están en tratamiento y las tengo hasta que estén en condiciones de soltarlas, pero otras quedaron discapacitadas por heridas y ya se instalaron acá», explica.
Detrás de la pasión de Nani hubo una infancia marcada por las prácticas de su progenitor en la religión umbanda. Crecer rodeada de imágenes impactantes, como cenas con carne animal sobre botas blancas y sangre en la ropa, la llevó a desarrollar una empatía única hacia los animales. Aunque no mantiene contacto con su progenitor, agradece las experiencias que la han convertido en la persona compasiva que es en la actualidad.
A través de las redes sociales, especialmente en su cuenta de Instagram (@rescatando.anh), Nani comparte sus gestos de amor y cuidado hacia las aves. Además, hace un llamado a la comunidad para colaborar mediante donaciones que ayuden a cubrir los gastos de traslado, atención, alimentación y medicina. El refugio alado de Daniela Festorazzi no solo es un hogar para aves desamparadas sino un motor de vida para ella también.