Hay cosas que hoy están normalizadas, son necesarias para el bienestar de las personas y hace unos años ni siquiera existían. El alfajor vegano entra dentro de este grupo, ya que es una simple golosina que le permitió a las personas que sólo consumen productos vegetales volver a disfrutar del sabor de uno de los dulces más icónicos de Argentina.
La gran responsable de que esto ocurra es Lucía Mariño, una joven de 27 años que decidió crear en 2015 el producto sin saber que se convertiría en un éxito con el correr del tiempo. A los 12, comenzó una nueva vida sin consumir carne por voluntad propia, pero la oferta en aquel momento no era muy variada, por lo que a los 19, mientras estudiaba Bellas Artes en la Universidad de La Plata, comenzó a preguntarse sobre cómo se podría «veganizar» un alfajor y prepararlo sin ningún ingrediente animal.
«Hace diez años la palabra veganismo prácticamente no existía y en las dietéticas tampoco se sabía demasiado del tema. Entonces yo entraba, insistía en lo importante que sería tener un rinconcito con productos veganos… Me tomaba el tiempo para explicar, pero no obtenía el interés deseado«, declaró en una entrevista con Clarín.
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Para iniciar su camino, Lucía cocinó tortas, empanadas y tartas y las vendió en la ciudad de Berazategui, donde vive: «No fue nada sencillo», comentó. Y agregó: «Tenía en claro lo que quería hacer y decidí modificar un producto argentino clásico ya instalado como el alfajor«.
Fue así que nació Un Rincón Vegano, un proyecto pensado e ideado para que todas las personas que no consumen carne puedan disfrutar y comer la icónica golosina sin necesidad de romper su veganismo.
La emprendedora explicó que «ser vegano no significa que quiera comer un alfajor de porotos», sino que se trata de «comer lo mismo, pero con ingredientes que no tengan que ver con los animales«. Y añadió: «La demanda fue escalando, se fue metiendo de a poco en la vida de la gente ya la fecha vende un millón de unidades al año y contamos con 20 sabores».
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Asimismo, reveló que todo se debió al «boca a boca» de las personas, que fueron probando el producto en las tiendas de Berazategui, Tolosa y alrededores de La Plata y con sus comentarios lograron que llegue a Capital Federal y al interior del país.
Sin utilizar huevos, lácteos, soja ni grasas trans, el alfajor fue creciendo a tal punto que no solo se convirtió en un éxito en Argentina, sino que también llegó a un mercado internacional importante como es el de Miami, Estados Unidos: «Nos llena de orgullo, porque es el resultado del esfuerzo y la dedicación. Nuestra intención es ir por más, hay nuevos proyectos, como una línea de galletitas, ya que no queremos quedarnos sólo con la producción de alfajores», concluyó.