Harvard, universidad estadounidense de excelencia, realizó un estudio histórico que arrancó en 1938 con 700 adolescentes. ¿El motivo? Determinar las causas de la felicidad.
La investigación los acompañó a lo largo de sus vidas, monitoreando periódicamente sus alegrías y dificultades, su estado físico, mental y emocional, incluyendo a las parejas y descendientes de los participantes originales.
Los individuos que hacían vínculos más cálidos se mantuvieron físicamente más saludables a medida que envejecían. Del estudio se desprende que éstos afectan nuestros cuerpos y cambian nuestra fisiología.
El estrés es una parte natural de la vida. De hecho, si nos sucede algo estresante por la mañana, habrá cambios en nuestro cuerpo: aumentará la frecuencia cardíaca, subirá mi presión arterial, muchas cosas se transmiten a lo físico para enfrentar un desafío. Es la llamada “reacción de lucha o huida”.
A partir de los 60 años las personas empiezan a dejar de lado algunas obligaciones y desistir de relaciones insatisfactorias. Los investigadores atribuyen esto a un cambio en la prioridad del cerebro humano, que se enfoca más en la positividad y el aprendizaje continuo, elevando así el nivel de felicidad.
Por eso, aconsejan tomar nota de las enseñanzas de los mayores para iniciar el camino hacia la felicidad lo antes posible y destacan la importancia de cultivar relaciones de calidad desde etapas tempranas.
Las cuatro etapas que impactan en la felicidad
- La adolescencia (12-19 años), se caracteriza por la influencia significativa de quienes rodean al individuo.
- La adultez (20-40 años), las personas comienzan a construir una red de seguridad compuesta por amigos, trabajo, pareja y familia.
- La mediana edad (41-65 años) está marcada por un enfoque en las responsabilidades y preocupaciones hacia los demás.
- La etapa de la vejez (66 años en adelante) se asocia con la jubilación, momento en el cual las personas tienden a hacer lo que disfrutan y a rodearse de quienes realmente les importan.