Este lunes 1° de abril se conmemora el Día Nacional del Donante de Médula Ósea, una fecha muy especial en el país que funciona como un recordatorio de la importancia que tiene la donación para salvar vidas. Este año es el 21° aniversario de la jornada, pues está relacionado a la creación del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) del INCUCAI, que tuvo lugar en 2003.
Según informó el Ministerio de Salud, un total de 1.715 personas pudieron a acceder a un trasplante de médula ósea en las últimas dos décadas. Dentro de estos datos se encuentran Lisandro Pont y Jéssica Navarro, un niño y una mujer que fueron protagonistas de una historia que ejemplifica por qué es fundamental tener una ley como esta.
En una entrevista con la periodista Romina Cansler, de Infobae, la madre del chico, Eugenia Martínez, explicó que tuvo un embarazo normal, pero que su hijo nació con «una petequias en la panza que llamaron la atención de los médicos«. Tras ver que las pequeñas manchas rojas se le habían extendido al resto del cuerpo, empezaron a hacerle estudios de laboratorio, donde se comprobó que tenía las plaquetas muy bajas: «Estábamos en plena pandemia, él nació el 1 de marzo de 2021, y se hicieron todos los estudios y más. Me estudiaron a mi, lo estudiaron al papá. Pero a los diez días, como no parecía tener nada porque el resto de los análisis eran normales, nos dieron el alta. Aunque debíamos acudir a un control hematológico», reveló.
Luego de lograr que el niño se haga diferentes análisis en el Hospital Garrahan y de esperar tres meses a que estén los resultados, confirmaron que padecía el síndrome de Wiskott-Aldrich (SWA), una enfermedad que solo puede afectar al género masculino y que provoca una «deficiencia inmunológica y capacidad reducida para formar coágulos de sangre». Para fortuna de la familia, estaba la posibilidad de tener una cura con un trasplante de médula ósea, pero debían encontrar a una persona que sea compatible, ya que no había nadie del círculo íntimo con estas características.
Paralelamente, Jéssica decidió empezar a donar sangre, pues con la pandemia era una dificultad hallar personas interesadas en hacerlo. A la tercera vez que asistió a la clínica para ayudar, le consultaron si le gustaría ser donante de médula: «Me explicaron que era complicado el tema de la compatibilidad e, incluso, conocí gente que se había inscripto hace muchos años», comentó.
De esta manera, el 14 de febrero de 2022, dos años después de tomar la decisión, recibió un mensaje con la noticia de que era compatible con un paciente argentino: «Me preguntaron si seguía interesada en ser donante. ¡Obvio que les dije que sí! Era realmente importante para mí, porque con solo anotarte tomás el compromiso. Para mí fue toda una preparación», detalló.
Tras un típico proceso de preparación, que consta con la voluntad de la donante para cuidarse con las comidas mientras recibe distintas vacunas para aumentar su sistema inmune, se llevó a cabo la extracción de sangre. Por un lado, Jéssica fue conectada a una máquina entre dos y dos horas y media. Por el otro, Lisandro recibió mediante un catéter la sangre de su donante entre 15 y 20 minutos.
Como todos los datos deben ser protegidos, ninguno de los involucrados conocía quién era la persona que estaba del otro lado. Tiempo después, cuando finalmente era posible revelar los nombres, todos decidieron conocerse personalmente: «Sentíamos que teníamos muchas coincidencias, que éramos familia hace rato y fue muy fuerte. Cuando vino, la fuimos a buscar, no la queríamos soltar, era como si nos conociéramos de siempre, declaró Eugenia.
Y añadió: «Gracias a Dios que nos puso a Jessi en nuestro camino, porque gracias a ella Lisandro puede estar jugando y ser ‘terrible’. El jueves pasado, la hematóloga nos dijo que es un nene normal y es muy fuerte porque cada palabra que te dicen te llega al alma. A veces uno piensa que se perdieron muchas cosas en este mundo, como la empatía y el amor, pero también están las ‘Jéssis’ en el mundo que, sin pedir nada cambio que salvan vidas».