Con mucho dolor por la situación que se está atravesando pero con el cariño intacto por la grandeza que demostró a lo largo de su carrera, este viernes se cerró el féretro del Papa Francisco, quien mañana tendrá su funeral para luego descansar eternamente en la Basílica de Santa María la Mayor, a pocos metros de la embajada que tiene la República Argentina en Italia.
Tal como lo habían adelantado desde el Vaticano, el rito tuvo lugar entre las 20 y las 21 (hora local) en el Altar de las Confesiones de la Basílica de San Pedro. Allí, el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell presidió la ceremonia y el monseñor Diego Ravelli, que ejerce como maestro de las Celebraciones Litúrgicas, leyó el acta que acompañará por siempre a Jorge Bergoglio.
Además de algunos familiares del argentino, solamente hubo presencia de diferentes autoridades de la Iglesia Católica, ya que, según explicaron, se trata de «un rito privado» donde se repasa la vida y obra del Sumo Pontífice para posteriormente colocar el documento dentro del ataúd en un tubo de metal junto a monedas y medallas.
Aunque el cajón no lleva todas las «excentricidades» que suelen tener los Papas, pues Francisco se aseguró de que sea lo más austero posible, sí le ubicaron algunos elementos imposibles de obviar, como un velo blanco para cubrir su rostro.
En el instante final, le colocaron la cobertura del féretro, cuyo exterior posee una cruz, el escudo papal y una placa con el nombre que eligió para ser el Cardenal de Roma durante los últimos doce años. La misma está acompañada de «la duración de su vida terrena y la de su ministerio Petrino».
