Cuando festeja un gol no desenfunda ninguna flecha imaginaria ni hace un bailecito viral. No hay arco ni Colibrí. Lo suyo es un grito más convencional. Con nombres propios: Cavani es el 9 que juega con la 10 de Boca, el uruguayo del glamour europeo; Borja es el centrodelantero que le resuelve problemas de juego a River, el colombiano de paso por su selección. Pero el gran goleador del momento en el fútbol argentino es Maravilla Martínez.
Si camina por la calle no le pedirán tantas fotos como a los otros, no tiene rodaje internacional con la camiseta de su país, tan real como que hizo más goles que nadie. Lleva 16 en liga argentina y 6 en el inicio de la Copa Sudamericana. Con números: en la misma cantidad de partidos (22) hizo 5 goles más que Borja. Y en 5 partidos más jugados, festejó 12 veces más que Cavani. Y ahora con concepto: es una bestialidad en su primer año en un equipo grande, a punto de cumplir 32 años y con una carrera que arrancó de grande.
La historia del punta que tiene cosas del Beto Acosta, como su capacidad para jugar de espaldas y la definición con los dos perfiles, es realmente de película. Su primer contacto con la pelota fue en Las Acacias, un club de Campana donde su mamá era la presidenta. Empezó a jugar al fútbol de verdad a los 23, cuando salió de la cárcel. Estuvo seis meses encerrado, acusado de ser el líder de una venganza familiar, luego de que su hermano recibiera tres balazos en el pecho en un cruel episodio que no fue esclarecido. Lo señalaron por quemar y robar la casa del agresor, hasta que se probó su inocencia. Y desde que salió del penal de Campana su vida estuvo enfocada en la religión. Y ahora el guión por fin le da episodios con final feliz. «Racing tenía dinero para comprar a un 9 de trayectoria y me eligió a mí. Dios me puso en este camino», dice e imaginariamente mira hacia arriba.
Es una cuestión de fe. Como de templanza, superación. Hoy los focos van hacia él, en una dupla que la rompe con Maxi Salas. Siempre parece bien perfilado, en diagonal al área, marcando pases para su compañero de ataque o para la imaginación de Juanfer Quintero. Adrián, el nombre que quedó escondido detrás del apodo del boxeador que no quería llevar, hizo inferiores en Villa Dálmine. Debutó en Defensores Unidos de Zárate, sin sueldo, en la C. En el 2017 metió 21 goles y pasó a Atlanta. Rompió el arco 15 veces y se fue a Sol de América en Paraguay. Fue el goleador del equipo y pasó a Libertad. Y a Cerro Porteño. Después cambió de liga para jugar en Coritiba de Brasil.
Hasta que a principios de 2023 firmó como libre para Instituto. Maravilla la descosió: figura principal para el regreso a Primera. Al final de (las) cuentas, metió 18 goles y fue verdugo de Boca, Racing, Independiente y Talleres. Quedó libre y Racing compró el 100 por ciento de ese goleador en apenas 2 millones de dólares. “Desde que me choqué con el fútbol, todas las sensaciones son buenas. A los tres años de dedicarme a esto, ya estaba jugando Copa Libertadores, con futbolistas de Selección o en estadios increíbles como el Maracaná. Fue una bendición lo que me pasó. Estoy agradecido con la vida», relata. Pero antes hubo un padecimiento horrible, aún más que lo que se pueda imaginar.
¿GOL DE RACING? ¡GOL DE MARAVILLA MARTÍNEZ! ⚽
⚪ Cabezazo LETAL del delantero de la Academia tras el centro de Baltasar Rodríguez.
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— DSPORTS (@DSports) May 29, 2024
“La realidad es que los presos se matan y pasan hambre. La mayoría de los convictos están todo el día drogados o empastillados. No es como en las series, que te pasan la comida con una vianda. En muchos casos, si tus familiares no te llevan algo no comés… Yo vi cómo se mataba gente. Porque ahí se matan como nada, se cagan a puñaladas. Vi morir a uno: lo agarraron de las patas y se lo llevaron. Es así. Yo estuve a punto de ser apuñalado, no llegaron por poco. Vivís como en un bañito de dos por dos, donde te levantás, dormís, hacés todo ahí. No salía, únicamente cuando tenía visita los viernes. Estuve así hasta que me dieron un piso. A las 7 de la mañana se abrían los candados. Tenías que despertarte porque si no te robaban. Te pescaban las cosas por atrás. Se armaban como cañas con algo en la punta que te enganchaba las cosas. Y te las sacaban por un agujero. Tenés que estar siempre atento”, describió con dolor en las pocas entrevistas en las que profundizó sobre esos días oscuros. Gracias a Dios, como él siente convencido, la vida de Maravilla dio un giro sensacional. Hoy hace más goles que cualquiera en el fútbol donde atacan Cavani y Borja.