La misión de Pelucas Solidarias es fundamental. Como resalta la mentora del proyecto en ADN+, el pelo de las mujeres es muy importante y ocupa un lugar especial. Desde su espacio, que se inició en la ciudad de 9 de Julio, llegó a todo el país gracias al apoyo de “Cosmética 317”. María Rita Fournier inició una tarea con mucho amor, dedicación y esfuerzo. Y lo que comenzó en su peluquería se transformó en una cadena que se extendió a lo largo de todo el país. Por eso, después de más de seis años de trabajo, esta próxima a dejar su tarea, pero con la tranquilidad de que ya sembró una semilla en cada provincia argentina para que la misión se siga cumpliendo.
-Lo armaste a todo pulmón, ¿no?
-Sí, comencé con esta ONG en el 2017. Al principio, fue muy difícil porque para hacer pelucas necesitamos donaciones y el apoyo económico. Al año siguiente me eligieron embajadora solidaria y ya llevamos entregadas más de 6.082 pelucas. ¡Las tengo contadas a todas, je!
-¿Y cómo se entregan?
-La gente de Cosmética 317 empezó a hacer talleres y dejamos semillitas en varios rincones del país, desde Misiones hasta Caleta Oliva. En este 2023 no hacemos envíos porque cada provincia tiene su peluca solidaria.
-¿Recordás cuál fue tu primera peluca?
-Sí, fue un trabajo que hice para una chica de 9 de Julio .Reconozco que costó, pero pude armarla. Y después le hice a una nena de Bragado.
-¿En qué momento hiciste click para empezar a abordar el tema?
-Fue por empatía, soy peluquera hace 30 años. Recibía a mujeres que me decían: “Tengo cáncer, pelame la cabeza”. Además, me preguntaban si tenía pelucas. Entonces empecé a prestar atención al pelo que se iba dejando en el piso y lo empecé a juntar. Fui a “Pelucas solidarias” de Baradero y ahí fui aprendiendo el nuevo oficio.
-¿Cómo es la técnica?
-Y, es muy difícil, arrancás con un mechón de pelo en una tabla y se van pegando hasta formar la cortina. Después, están las costureras y otra persona arma el casco. Arrancamos siendo más de veinte personas y quedamos tres, así que estamos necesitando gente con ganas de ayudar. En Instagram figuramos como @317pelucassolidarias y en Facebook: “Pelucas solidarias 9 de julio”.
-¿Se puede teñir el pelo?
-No, es muy complejo, ya que cada peluca sale 100 % al natural. Nosotros respetamos la textura, el color y el largo. Cada persona busca algo muy personal y tratamos de responder a cada pedido.
-¿Y cuánto se tarda en hacer una peluca?
-Aproximadamente dos días. Igual, vamos armando nuestro stock, entonces si vienen a buscar de un tipo, tenemos a mano. Es fácil de lavar, se puede peinar, etc.
-¿Te ha pasado de chicas que fueron y buscaron hacer la peluca con su propio pelo?
-Sí, pero para realizar cada producto se necesita un caudal de pelo muy grande. Son muy pocas las veces que se pudo llevar a cabo.
-¿La gente que se recupera devuelve las pelucas?
-La idea es que una vez que se termine el tratamiento, la peluca vuelva para seguir ayudando. Es un tema delicado, una señora me dijo que no se iba a despegar porque la hacía recordar a su hija y así, nos topamos con varios casos. Nuestra propuesta es que la cadena de favores siga su curso.
-¿Cómo es tu rutina de trabajo?
-Yo continúo con mi peluquería en 9 de julio. Ahí arranco bien temprano, pero no descuido la acción solidaria, que es mi prioridad. Hay gente de diversos lugares que llegan. A veces, aparecen hombres desesperados en busca de las pelucas, contando que su pareja no para de llorar.
-¿Cuál es tu próxima objetivo?
-Mi meta es culminar mi trabajo solidario recibiendo la noticia de que la peluca oncológica se convirtió en ley. Queremos que nuestra ayuda llegue al Congreso. Sabemos que no va a ser sencillo y necesitamos varias firmas. La idea es que cada persona enferma presente un certificado al municipio u obra social y que le den una peluca gratuita. La persona que padece esta enfermedad necesita una peluca, sí o sí. Para la mujer, el pelo es el marco de la cara, es importantísimo. Una señora una vez me dijo que prefería que le saquen un pecho antes que perder el pelo… Además, todos sabemos que una peluca hoy vale $ 400.000. Cuando reciben nuestros productos, las mujeres nos mandan fotos sonriendo y eso nos llena de alegría y nos motiva a seguir.