El hombre se inquietó ante los golpes y roturas de anteojos y decidió inventar un portaobjeto magnético. Así nación “Readerest”: hoy, su empresa gana millones en todo el mundo y sigue evolucionando.
Tras sorprender a todos, Hoppe sabía que necesitaría más capital para afrontar la demanda del mercado y expandir su proyecto para satisfacer otras necesidades. Esto lo llevó planificar una estrategia comercial para conseguir nuevos inversionistas que apostaran por su proyecto.
De esa manera, llevó a cabo una campaña integral por diversos países, desde Estados Unidos hasta Australia.
Así, dejó de trabajar en el garaje de su casa e industrializó su gran idea: un soporte magnético para anteojos que se trata nadas más y nada menos que de dos imanes que se colocan de cada lado de la ropa para garantizar que los anteojos no se caigan y evitar así rayones o roturas.

El soporte funciona como un clip que se puede incorporar a cualquier prenda.
Varios empresarios se interesaron por el soporte y el producto arribó a las grandes cadenas. Desde entonces, las ventas han superado los 13 millones de dólares en tres años. En la actualidad, “Readerest” genera 5 millones de dólares anuales y se ha diversificado en otros productos como la venta de anteojos con aumento.