Distintas organizaciones locales y provinciales pusieron énfasis a uno de los problemas que azotan a parte de la provincia de Río Negro. Para eso, se puso en marcha un plan de tratamiento de agua en una laguna artificial para realizar el riego de árboles y cultivos forrajeros.
La planta se encuentra a unos kilómetros de Ingeniero Jacobacci, localidad ubicada a 213 kilómetros al este de Bariloche. Allí, el espejo de agua, de 30 metros de ancho y 50 de largo, recibe los efluentes de los 234 usuarios de cloacas del barrio Matadero.
Cada habitante cuenta con cámara séptica o biodigestor, lo que inicia el proceso de degradación. Luego, por un sistema de bombeo, el agua llega al piletón. Además, recibe oxígeno gracias a dos aireadores para que el agua no esté quieta.
El oxígeno aportado por los aireadores junto al oxígeno atmosférico y el aportado por la actividad fotosintética de algas verdes que crecen, permiten la oxidación y degradación de la materia orgánica del efluente; en tanto que el tratamiento de los organismos patógenos del efluente es por medio de la radiación UV atmosférica y luego se complementa en la cámara de cloración o contacto.
De esta manera, el agua queda con calidad microbiológica permitida para uso de riego de cultivos forestales, forrajeros y pasturas de acuerdo a la Resolución vigente en la provincia.
«Lo primero que observamos es que los rendimientos de los cultivos son muy buenos, y la diferencia a favor del agua residual tratada que además de agua aporta nutrientes, son importantes, en especial en los árboles”, expresó la ingeniera agrónoma María Victoria Cremona.
La experiencia de Jacobacci no es la única en el país: en la misma provincia, Río Negro, el Departamento Provincial del Agua (DPA) está llevando adelante experiencias similares en General Conesa y San Javier, cerca de Viedma. La idea es que el plan se replique en todo el sur argentino.