“No son una banda, son un estilo de vida”, así resumieron en la primera escuela de Rolling Stones del país, ubicada en Villa Devoto. De esa manera explicaron lo que significa ser rolinga. Del resto, manejarse, hablar y cantar, se aprende todo en la esquina de Cuenca y Navarro.
El look es sin dudas la parte fundamental de esta tribu urbana que en la década del 90 inmortalizó el “uniforme rolinga” con ciertos elementos típicos: zapatillas de lona, pañuelo, jardinero y el flequillo. El sitio comenzó como un bar que brindaba tributo y con el tiempo se formó una gran comunidad.
Pablo, el fundador, y sus amigos se mantienen en contacto constante a través de grupos de WhatsApp y redes sociales, donde comparten tips sobre cómo bailar, cómo vestirse y cómo mantener viva la actitud stone. “La comunidad es un refugio, un lugar donde encontrar a otros que comparten la misma pasión inquebrantable”, precisó.
Para ellos, todo nace en la primera imitación a Mick Jagger: el clásico aleteo se mimetiza con los movimientos naturales del cuerpo, adoptando una actitud orgánica en donde la forma de caminar no se exhibe como una pose sino como una marca registrada.
El grupo también precisó que la cultura stone en Argentina tiene profundas raíces, en gran parte, gracias a bandas como Los Ratones Paranoicos, quienes, según el director, “hicieron posible que esta cultura exista en Argentina”.