No hay manera de recordar a Alberto Olmedo sin una sonrisa. Su figura, su voz y sus personajes, van de la mano con el buen humor. Picaresco y sano a la vez, el cómico se destacó como una de als figuras más grandes de la televisión y el cine argentino. Hoy hubiese cumplido 91 años.
Olmedo nació el 24 de agosto de 1933 en el barrio Pichincha de Rosario. De chiquito, fue changarín y trabajó en una carnicería y en una farmacia.
En su infancia forjó su buen ánimo y en medio de sus primeras armas en la acrobacia descubrió su gran talento para la actuación. El Centro Asturiano fue testigo de sus primeras interpretaciones.
En 1952 el “Negro” decidió probar suerte en Buenos Aires y luego de trabajar como “switcher”, empezó a mostrarse con sus ocurrencias en el ambiente. “Joe Bazooka” fue su gran debut y ahí nomás llegó el cine.
En la década del 60’, “El Capitán Piluso” catapultó a la fama a Olmedo, confeso hincha de Rosario Central. Y años más tarde se sumó a “Operación Já-Já”.
No hay manera de no reírse con los personajes icónicos. Las películas con Porcel, los sketchs, las temporadas de teatro en Mar del Plata y el recuerdo de sus más cercanos. Alberto Olmedo dejó una huella imborrable, hay un sentido de pertenencia con su manera de hacer entretener que sigue viva.