El pecarí quimilero es un animal que vive camuflado en el segundo bosque más grande del continente detrás del Amazonas: el Chaco seco, que se extiende por casi 50 millones de hectáreas de bosques. Es por eso que durante 50 años fue considerado un fósil y recién en 1972 el zoólogo Ralph Wetze encontró a la especie en los montes del sudeste paraguayo. Ahora buscan preservar al animal.
Debido a su camuflaje y el hábitat, se hizo muy difícil dar con el paradero del quimilero. Lugareños, pescadores y familias indígenas aportaron datos para reencontrarlo y ponerlo en alerta al cuidado de los especialistas.
Este pecarí es endémico, no se encuentra en otra parte del mundo. Su denominación científica se debate entre Catagonus o Parachoerus, es la más grande de las tres especies, pesa entre 30 y 40 kilos y tiene una longitud de 1,1 metros. Es un animal salvaje, de pelo frondoso grisáceo con algunas franjas blancas, orejas y hocico prominentes.
Su presencia fue confirmada en Chaco, Córdoba, Formosa, La Rioja, Salta y Santiago del Estero. En todas esas regiones se creó un grupo especial de investigación, que siguió los pasos del animal, pese a que gran parte de la comunidad consideraba a la especie como desaparecida. Con cámaras trampa y un plan muy minucioso, se logró rearmar el árbol genealógico con los distintos tipos de quimileros.
En 2022, Micaela Camino ganó el premio Whitley, que reconoce a los colaboradores con proyectos de conservación. La idea del grupo de investigadores y colaboradores es preservar la especie y mantener el hábito del cuidado de los bosques para conservar la fauna de toda la región y sobre todo el quimilero, un animal emblema de los bosques argentinos.