Nahuel Barrios es el Perrito. La figura del Ciclón atraviesa su mejor momento y en sus últimos partidos terminó como figura excluyente. Ante Boca, la hinchada azulgrana lo ovacionó desde todos los rincones. Con la 10 en la espalda, el jugador de 24 años le hizo frente a varias dificultades que lo acomplejaron desde muy chico. Acá, su historia.
Barrios nació en Dock Sud y se crió con la pelota en los potreros de su barrio. Ahí, como reconoció en varias notas, le tocó jugar en medio de los tiros y un ambiente hostil, marcado por la delincuencia. Por sus actuaciones llegó a River, pero Núñez le quedaba muy lejos y tenía que abandonar la escuela, así que desestimó una de las chances de su vida. Pero jamás se rindió.
La estatura fue un gran problema al principio: “Tenía miedo todo el tiempo de que me bocharan porque era bajito”, recordó el pibe, que después de romperla en el club Amor y Lucha arribó a San Lorenzo. Ahí, estuvo a punto de someterse a un tratamiento similar al que tuvo Lionel Messi: «Ya era un poco grande y no podía hacerlo a esa edad y no se pudo. (Marcelo) Tinelli me lo había ofrecido, pero no pudieron agarrarme a tiempo y no se dio«, contó hace poco.
Debutó en 2017, con apenas 19 años, contra la Universidad Católica por la Copa Libertadores. Y como si fuera poco, fue el encargado de marcar el gol para la victoria ¡de cabeza! Ese día, se fue de la cancha en colectivo y en el camino se sacó fotos con los barrenderos.
Su gol en Primera no tardó en llegar y también fue a lo grande, con un bombazo contra Olimpo. Pero durante el ciclo del DT Jorge Almirón no tuvo continuidad y se fue a préstamo a Defensa y Justicia y Central Córdoba. En su regreso al club, con Pedro Troglio, jugó apenas 25 minutos en toda la Liga pero con la llegada de Rubén Darío Insúa, la historia del ‘Perrito’ empezó a cambiar.
El ‘Gallego’ explotó lo mejor del chico del Docke como extremo izquierdo y tras varios partidos como figura, le dio la mítica 10 del Ciclón, la misma que usó Leandro Romagnoli y con quien Barrios compartió cancha en el partido despedida del Pipi. Y así, con esfuerzo, el Chiquito se hizo Gigante en San Lorenzo.