Vélez y el año de la reconstrucción: de pelear por el descenso a ser el mejor de todos

En Liniers se dio vuelta la historia en 12 meses. Con nueva CD, otro cuerpo técnico, pero muchos de los chicos que sufrieron la etapa más difícil, el 2024 tuvo el dolor de dos finales perdidas y la alegría final para festejar un título de punta a punta.

Por Cholo Sottile

Dic 18, 2024

Vélez se jugaba 80 años de historia en un campeonato. Descender no era una opción. La angustia se percibía en el partido final con Colón que dejó al club en su lugar. Y esos jugadores, algunos chicos como Valentín Gómez, Santiago Castro, Joaquín García, Gianluca Prestianni, el arquero Garzón, dieron la cara por el escudo. Igual que el Gallego Méndez, el entrenador que fue en contra de sus principios al abandonar Unión porque en su casa lo necesitaban. «Yo vivía en el club. No teníamos guita para irnos de vacaciones y me regalaron el pase a la pileta. Yo mato y muero por Vélez», decía con un nudo en la boca del estómago. Todo era un caos. Había gente insultando en el hall en cada derrota, había apriete de la barra al plantel a unas cuadras de la Villa Olímpica.

Christian Bassedas, el 7 del equipo de la generación dorada y secretario deportivo en esos tiempos, temió que lo tacharan de la foto de los campeones del mundo contra el Milan…. En el medio se dio un mercado de pases clave, a mitad de año, que al final dio resultado. Claudio Aquino, el Tevez de Cerro Porteño para el propio Bassedas, se transformó en el jugador más preponderante del equipo. Todos dejaron la piel siguiendo al capitán Giannetti. Y al final, ese 3-1 fue un desahogo infernal. No era un título para un Vélez que fue campeón del Mundo derrotando al Milan, que levantó la Copa Libertadores en el Morumbí también de la mano de Bianchi y un equipo descomunal, aunque se festejó como quien escapa del abismo. Todo eso ocurrió hace apenas un año. Hoy, ya en diciembre de 2024, Vélez es el mejor equipo del año y el campeón de la liga. Su cancha explotó contra Huracán, un rival al que aplastó en el mano a mano mientras Talleres perdía amargamente con los suplentes de Newell’s…

Vélez cambió más que la dirigencia de un año al otro. Con Fabián Berlanga como presidente presente siempre en el club y el zurdo Ricky Alvarez como Director Deportivo cercano a los jugadores. Se modificó la energía una vez que gambeteó al fantasma del descenso. Y hubo un patrón de conducta que no titubeó: en este 2024 tuvo a cuatro futbolistas involucrados en un caso de abuso sexual. Fue parte del plantel que en la Copa de la Liga llegó a la final que perdió con Estudiantes por penales. Allí el famoso club modelo actuó a la altura de la necesidad. Rápidamente cortó los contratos y les mostró a todos -adentro y afuera- cuáles son los valores. El grupo absorbió en silencio el escándalo, bien capitaneado por Gustavo Quinteros. El entrenador, justamente, tuvo una declaración que pudo ser incendiaria después de perder 5-0 con River en el primer semestre. Los jugadores, inteligentes, entendieron que debían unirse, mejorar y desde esa tarde el equipo no paró de crecer.

Le costó la primera competencia. Se clasificó por una combinación de resultados de otros. Pero en los mata a mata fue cada vez mejor. Superó con 10 a Godoy Cruz, también con uno menos le ganó por penales a Argentinos Juniors, hasta caer injustamente en la final en Santiago del Estero. Valentín Gómez fue el símbolo del equipo. Después de su frustrado pase a River por una revisión médica demasiado sensible, volvió, transformó la rabia en combustible positivo y se convirtió en el mejor 6 del campeonato. Vélez también soportó el impacto de la derrota y, en vez de caerse, en la segunda parte del año jugó por arriba de todos. De Boca, de River, de Racing, de Independiente. Ni hablar de San Lorenzo, que se autoboicotea desde hace años. Se bancó también perder la final de la Copa Argentina con Central Córdoba de Santiago del Estero, las horribles peleas con algunos de sus propios hinchas… Y el domingo, después de la arenga del enorme Chilavert, Vélez reactivó su modo campeón.

El equipo ya tiene su cuadrito. Con nombres para destacar, aun cuando el resultadismo los valora sin debate porque ganaron. De atrás para adelante: Marchiori es el arquero más confiable de Vélez de los últimos 10 años, de Barovero a estos días. Tiene pibes con sentido de pertenencia y talento. Más de uno se quedará con que Joaquín García se paró arriba de la pelota para desafiar la lengua larga de Alarcón, aunque ya antes había sido uno de los mejores laterales de la competencia. Mammana recuperó la confianza y su juego fino. El titular como primer central el domingo fue Damián Fernández, otro chico de la Fábrica que merecía una buena. Este año había quedado marcado por la roja contra Estudiantes en la final, su penal y roja contra Central, y su expulsión contra Lanús. Dos de esos tres partidos, dos los estaba jugando bárbaro… Contra Huracán fue el que aseguró el triunfo con su gol. Elías Gómez superó el conflicto con Quinteros, el día contra River que se enloqueció por salir, y también está entre los destacados por su andarivel. Y así se suman los apellidos.

Chiqui Bouzat, el capitán inteligente, el que fue doble 5 por la buena idea del entrenador. Se ganó cada ovación de su gente. Aquino, el cerebro, este año ya jugando centralizado para hacer daño con su inspiración, se transformó en la figura del torneo. Ordoñez, el tractor que ayuda en la marca y respalda a los puntas. Pancho Pizzini y sus dos perfiles. Las gambetas de Thiago Fernández, el talentoso de 20 años que desbordó a todos. Se rompió los ligamentos en las últimas fechas, pero el domingo entró literalmente saltando en una pierna para levantar una Copa que es suya. Brian Romero, el goleador que se corrió además de moverles el arco a los rivales. Todos jugaron por la camiseta, por el compañero. Y se reflejó otra vez en Valentín Gómez, el pibe de 21 años que lloró desconsolado porque no quería salir pese al patadón de Wanchope Abila. Ahora ya sabían que no jugaban por salvar la historia sino por quedar en la historia de Vélez.

Cholo Sottile

Cholo Sottile es periodista deportivo con 30 años en los medios. Actualmente es columnista en F90 y Equipo F, por ESPN. Su carrera arrancó en la grafica, en Clarín Deportes. Y trabajó más de 20 años en Olé, donde inició la aventura del primer diario deportivo de la Argentina. Cubrió 5 Mundiales entre cientos de eventos, donde realizó recordadas entrevistas con Maradona, Messi y los grandes personajes del mundo del fútbol. Escribió el primer libro en el país del capitán de la Selección: “Messi, el distinto”.

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