La historia de Fernando Pieroni es realmente digna de destacar. Sucede que, después de un viaje a China en el que vio cómo cocinaban perros y gatos, tomó la determinación de dedicar su vida a rescatar a los animales.
«Esa empatía y amor la tuve siempre, porque he compartido mi vida con un animal de compañía desde chico. Creo que estuve más tiempo con perros que con personas», comenzó exteriorizando el protagonista de esta historia en diálogo con TN.
«Duré 10 minutos. Es algo terrible, una locura, los cocinan vivos para que la carne tenga mejor sabor. Entendí que es algo cultural. Porque nosotros hacemos lo mismo con las vacas, las gallinas», continuó profundizando.
«Traté de hacer el cambio que yo quería ver. No me gusta que maltraten un animal, no me gusta que maten un chancho, una vaca o una gallina, entonces no voy a ser parte de eso», manifestó Pieroni sobre esta situación.
«De todas maneras, no me sentía conforme solo con esto y empecé a hacer rescates de nuevo. Además, empecé a vivir un poquito más modesto, más tranquilo, con menos cosas, pero con más tiempo para conectar con lo que me hacía feliz», añadió.
Así fue como Fernando conoció a Natalia, otra activista por los derechos de los animales, con quien terminó formando pareja y teniendo una hija. Rescataron un terno y lo criaron a mamadera, adoptaron dos chances, los rehabilitaron y dieron en adopción a una enorme cantidad de perros. Todo eso, entre muchas otras proezas.
«Hacer esto es ofrecerle ayuda a un ser que lo necesita, que son los seres más nobles que hay en la tierra, sin ego, sin maldad. Yo disfruto de ayudarlos porque la devolución siempre es buenísima, porque por más sufrimiento que haya padecido un animal siempre va a volver a confiar en el humano», culminó.
