Durante las vacaciones de invierno que empiezan a terminarse este fin de semana, Mar del Plata fue una vez más una de las ciudades más elegidas por los turistas que pudieron escaparse algunos días. Más allá de sus playas, es sabido que se destaca la gastronomía marplatense a partir de nuevas propuestas que se fueron instalando y que compiten cabeza a cabeza con la vanguardia que comienza en Buenos Aires. Y dentro de ese universo de sabores e ideas, particularmente tiene lugar un espectro de dulzura empujado por la iniciativa de instalar muchos sitios donde vive la fascinante combinación del café y la pastelería.
En ese contexto, Mar del Plata posee una ruta de cafés y dulces que pocas ciudades pueden ostentar, ya que en la conocida zona de Güemes se han establecido en los últimos años una cantidad de negocios modernos con el espíritu de lo que nuestros padres mayores o abuelos podrían denominar confiterías: espacios gastronómicos donde el café es protagonista, y tiene como partenaires tortas, alfajores, dulces, tostadas, tostados, sándwich fríos y calientes, y que son elegidos masivamente por gente de todas las edades.
Todos los caminos conducen a Roma y viceversa también. La Ruta Dulce Marplatense puede comenzar en varios puntos, y justamente dada la variedad y la calidad repartida entre tantas opciones, hace imposible trazarla con un solo sentido. Está claro que la zona principal es en Güemes (la mencionada calle, sus paralelas Olavarría y Alvear, y sus transversales, desde General Roca hasta Rawson). Sólo en este pequeño universo de goloseo y cafecitos clásicos y de especialidad, podemos encontrar más de 30 escalas para este viaje de sabores espectaculares de la gastronomía marplatense.
Obligados a elegir, desde ADN+ nos metimos en cuatro lugares que sin dudas destacan dentro de esta variedad, principalmente por la distinción privilegiada que el público hace de ellos, ya sea visitándolos en mareas de gente, puntuándolos en las redes sociales y compartiéndolo con el famoso boca en boca, la primera red social del mundo, la que no falla seguro. De Postres, Croissant Café, Niño Lobo y Dinette son las puntas de una estrella en esta Ruta de la Dulzura marplatense que vale la pena la espera que haya que atravesar para conocerlos.
El primero –en un orden casi azaroso– se ubica en la esquina de Alvear y Castelli. Antigua edificación de estilo blanca, con decoración cuidada y hasta un árbol en su interior y un hermoso mural que acompaña el ascenso a la segunda planta, en De Postres uno puede probar –aseguran– las mejores tortas caseras de toda la ciudad. Tienen más de 25 opciones y la presencia constante de sus dueños hacen que la atención se destaque desde el inicio de estos nueve años de historia que llevan en la ciudad. Si bien sería fácil pensar que lo dulce es la vedette, lo cierto es que algunas cosas saladas –el sándwich de pan de chipá es de otro mundo– compiten sin miedo con clásicos como el Rogel, el Lemon Pie o la chocotorta.
A la vuelta, sobre Güemes, encontramos Croissant. Si bien tiene otras sucursales, ésta suele ser la más elegida y su variedad tanto dulce como salada conquista a muchos jóvenes. Atenta a cada detalle y muy activa en las redes, su alma es Antonella Bezzato, quien responde personalmente las inquietudes y comparte las novedades que se van a poder probar próximamente en Crossi, como le dicen los amigos. Su decoración es realmente ingresar en un viaje único en el que se pueden probar verdaderas exquisiteces.
Siguiendo la Ruta Dulce, y escapando un par de cuadras de Güemes –en la esquina de Las Heras y Alvarado– llegamos a un hermoso Petit Café: Dinette. Sabrina Miossec, nacida en Francia pero enamorada de un argentino y de la Argentina, lleva adelante este típico café parisino en donde podemos encontrar platos como pains au chocolat, brioches, moelleux de chocolate, macarons, magdalenas y minitortas de masa sablée de frutilla, arándanos, chocolate o limón.
Finalmente, frente a la Plaza del Agua, en la calle General Roca, se encuentra Niño Lobo. Con café de especialidad y una impronta más relajada, es quizá el más porteño de los cuatro elegidos, por la inequívoca marca de modernidad y sofisticación, tanto en la atención, la dinámica y la decoración. Su veredita al sol suele ser punto de encuentro para un rango etario +30.
Hace ya un tiempo, Mar de Plata tiene turismo gastronómico, con gente que viaja exclusivamente para comer en diferentes restaurantes en busca de deliciosas y placenteras propuestas culinarias, pero también de experiencias. Independientemente de las cuatro escalas de este mini tour que planteamos, la idea es que quien visite la ciudad se anime a descubrir cada nuevo lugar, desde espacios al paso hasta cadenas más establecidas y clásicas. La buena noticia, sin dudas, es que encontremos innovación y nuevas propuestas dentro de la ya famosa gastronomía marplatense.