La empresa familiar recibió el nombre de “Yacaratiá”, que a la vez, es el único árbol que no tiene celulosa y por eso es comestible. Desde El Dorado, en Misiones, se elaboran estos productos tan particulares que ya fueron patentados.
Roberto Pascutti, fallecido en 2007, trabajó en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones. Allí leyó los manuscritos de un jesuita que contaba que los guaraníes comían larvas que anidaban en troncos caídos, las asaban y las ingerían. Uno de esos árboles era el yacaratiá.
Vanina, una de las hijas de Roberto, investigó esa madera y comprobó que era muy rica en magnesio, además de poseer potasio y fósforo. La empresa recoge los restos, ya que caen muy fácilmente, y los convierte en comestibles con un proceso que demora tres días. El patentamiento también fue un largo periplo, ya que el código alimentario no incluía a la madera entre los productos autorizados.
Los manjares se ofrecen en bombones, alfajores, mermeladas, néctar y pedazos de almíbar. crecemos en la medida en que el ambiente y nuestra capacidad de conseguir los árboles nos lo permiten. Hacemos un producto peculiar y, seguramente por sus características, terminará siendo limitado. La sostenibilidad para nosotros es una forma de vida. Es un árbol muy nuestro, muy característico de la zona. La función de este proyecto, todo gira alrededor de aprovechar algo que antes quedaba tirado en plantaciones preexistentes; de ahí se obtienen los ejemplares. Antes se tiraban o se quemaban. No vamos en contra del medio ambiente que nos rodea”, contó Vanina Pascutti.
Los productos son furor en Europa, Israel, Estados Unidos y Medio Oriente. Los titulares de la pyme reconocieron que tuvieron varios ofrecimientos para vender la patente: “Damos valor al lugar que ocupamos, además de producir y vivir, cuidamos, enseñamos y motivamos”, sostuvieron los encargados de “Yacaratiá”.