Pedro Castro es una cita obligada en el pueblo de Urdinanarrain, Entre Ríos. Es que ahí, todavía fabrica escobas a mano, manteniendo vivo uno de los oficios más antiguos del país.
El hombre de 81 años aprendió el oficio en 1971, cuando el país era otro y las casas del pueblo se barrían con esfuerzo y con tiempo. Pedro empezó en este rubro, en 1974, existía el peso ley -moneda vigente en Argentina durante el período 1970 – 1983; luego circuló el Austral, y para cuando llegó la moneda actual, su producto valía aproximadamente un peso.

Pedro mantiene la tradición de uno de los oficios más antiguos. Fotos: TN.
Cada mañana, salía en bicicleta con media docena de escobas. Repartía en los almacenes y nunca volvía a casa con plata, sino que las cambiaba por mercadería. Para él, era más importante una bolsa de harina que el dinero.
Las máquinas con las que todavía cose las escobas las armó él mismo. No había planos ni tutoriales. Solo ingenio y paciencia. “No sé si había algún cepillo de pelo, pero con lo que se limpiaba era con escobas. Era un oficio que no se podía estudiar, era algo artesanal”, contó orgulloso.

El escobero tiene el reconocimiento de todo el pueblo y hasta le hicieron una canción.
Pedro ya está jubilado en uno de los pueblos más pintorescos de Entre Ríos, a 60 kilómetros de Gualeguaychú. Pero no afloja, sigue levantándose temprano y cumpliendo con su trabajo, entre mate y mate.
Es más, un amigo del pueblo, Danilo Pérez, que recorrió varios distritos en la provincia, le compuso una canción: “El escobero”. La letra le rinde homenaje a uno de los últimos trabajadores que hace escobas de paja en el país.