Tras la muerte del Papa Francisco, la Iglesia Católica entra en el proceso de elegir a su sucesor mediante el tradicional cónclave, una ceremonia que combina siglos de historia con estrictas normas de confidencialidad. El término «cónclave» proviene del latín cum clave, que significa «con llave», en alusión al encierro de los cardenales para evitar influencias externas durante la elección papal.
Este procedimiento se remonta al siglo XIII, cuando, tras la prolongada vacancia del trono papal, se estableció la necesidad de aislar a los electores para agilizar la decisión. Uno de los casos más notorios fue el cónclave de 1268 en Viterbo, donde, ante la falta de consenso, las autoridades locales confinaron a los cardenales y limitaron su alimentación para presionar una resolución.
Actualmente, el cónclave se celebra en la Capilla Sixtina del Vaticano, donde los cardenales menores de 80 años se reúnen en estricto aislamiento. Cada elector emite su voto de manera secreta y se requieren dos tercios de los votos para elegir al nuevo pontífice. Tras cada ronda de votación, las papeletas se queman: el humo negro indica que no se ha alcanzado un acuerdo, mientras que el blanco anuncia la elección de un nuevo Papa.
Medidas de seguridad y confidencialidad
Para garantizar la integridad del proceso, se implementan rigurosas medidas de seguridad. Los cardenales tienen prohibido comunicarse con el exterior y cualquier intento de violar el secreto del cónclave puede acarrear la excomunión automática. Además, se realizan barridos electrónicos en la Capilla Sixtina para detectar posibles dispositivos de escucha.
Participación internacional
El actual cónclave es uno de los más diversos en la historia de la Iglesia, con 138 cardenales electores provenientes de 71 países. Esta representación global refleja la universalidad del catolicismo y la importancia de elegir un líder que represente a fieles de todo el mundo. En los próximos días, todos estaremos atentos a la chimenea de la Capilla Sixtina, esperando la señal que anuncie la elección del nuevo líder espiritual de los católicos.