Independientemente de las posibilidades que se les haya presentado en la vida, hay personas que hacen hasta lo imposible por perseguir sus sueños y vivir de lo que realmente les gusta. Un caso que ejemplifica esto es el de Dai Lares, una joven argentina que equilibra su trabajo con una carrera artística que crece constantemente.
Oriunda de Tigre y recibida en la carrera de Martillero y Corredor Público, la mujer dedica sus días a la comercialización y venta de propiedades. Sin embargo, siempre intenta tomarse un momento para componer canciones y alimentar el amor que tiene por la música desde que era una niña. Tras años de labor, en 2023 le llegó una oportunidad única que no desaprovechó: conoció a Luciano «Tirri» Giugno, fundador de Los Fabulosos Cadillacs, quien la citó en un estudio de producción para desarrollar un tema. La obra, que se llamó «Caliente», salió hace tres meses y ya tiene más de 100 mil vistas.
En esta entrevista con ADN+, Dai cuenta cómo nació el amor que siente por el arte, lo que hace para balancear los dos oficios que tiene, lo que significa que la haya «apadrinado» un emblema del reggae nacional y revela las enseñanzas que le dejó en la escuela Jorge Minissale, uno de los integrantes del grupo Suéter.
-¿Cómo empezó tu pasión por la música?
-Empezó de muy chica. Miraba videos o artistas en la tele y cada vez que veía a alguien con una guitarra me volvía loca, y eso que yo no sabía tocar ni había ningún músico en mi familia que tocara. Teníamos una raqueta de tenis vieja en mi casa, le colgué una soguita de punta a punta y la llevaba para todos lados usándola como una guitarra. Después intentaba imitar las cosas que escuchaba en la radio o en la tele. Era chiquita, tenía menos de seis años, pero siempre tuve algo con la música que me atrapaba. Fue como un amor a primera vista.
–¿Cómo equilibras el trabajo que tenés y la carrera que estudiaste con el arte?
-Como la música siempre vino conmigo a todos lados, no importa qué es lo que esté haciendo, todo lo que hice fue contemporáneo con muchos proyectos musicales de mi carrera profesional. El equilibrio se fue dando con los años, ya que hay veces que una carrera o un trabajo te demandan más tiempo. Se trata de dedicarle a cada cosa el tiempo que corresponda e ir avanzando de a poco. Uno no puede en un día grabar un disco o hacer una carrera en una semana. Siempre es mucha constancia y perseverancia de decir «esto no salió, hay que seguir», «esto salió mal, hay que corregir».
-¿Qué le podrías decir a alguien que está en la misma situación?
-La única manera de ir encontrando el equilibrio es esa: hacer, avanzar, corregir cosas y seguir creciendo. Hay muchos chicos super talentosos que están en el colegio y eso es algo que hay que hacer, porque es una responsabilidad y hay que terminarlo porque es para uno. Entonces, el equilibrio lo van a encontrar haciéndolo. Es más fácil decir «bueno, esto no lo hago y solamente me dedico a tal cosa», pero no, hay que hacer las dos. Hay que estudiar, perseverar e insistir todos los días un poquito hasta llegar al objetivo. Y cuando uno se quiera dar cuenta, ya se recibió o ya está arriba de un escenario. Esos son los desafíos lindos que te pone a veces una carrera artística.
-¿Cómo nació la relación con el Tirri y qué significó para vos que te apadrine musicalmente?
-Nos conocimos en una heladería hace poco más de un año. Nos presentó una persona de por medio y él me saludó pensando que yo era la dueña de la heladería. Le dije que yo hacía música y me preguntó qué es lo que hacía. Ahí le conté un poquito. Aproveché que tuvo tiempo para dedicarme y escuchar lo que le decía. Ahí me propuso encontrarnos nuevamente en el estudio de Carlix, quien después finalmente fue el productor de «Caliente», la última canción que saqué. Ese fue el inicio. Contar hoy en día con un apoyo artístico para una persona que está remando hace mucho tiempo, sinceramente es muy importante y valorable. Así que siempre agradecida con esa oportunidad, el apoyo y la presencia de él en este proyecto.
-Tuviste a Jorge Minnisale como profesor, ¿qué te quedó de esa experiencia?
-Con él descubrí que lo que yo escribía se podía transformar en canciones, porque si bien siempre me gustó la música y siempre me gustó cantar, de ahí a componer hay una gran diferencia, ya que son dos cosas distintas. Él dijo un día «vamos a hacer una canción» y lo pregunté cómo se hacía. Un día fui y le dije que tenía algo escrito, que era algo que había hecho como si fuese un poema. Me dijo que estaba buenísimo y se le podía poner melodía. Una vez que descubrí eso, dije: «hay que empezar a hacer esto». Me atrapó demasiado esto de que se puede hacer algo tan increíble desde cero. Si algo me dejó él, es eso.