Entre el jueves y el viernes de la semana pasada llegó a los cines de todo el mundo «Duna: parte dos«, una de las películas más esperadas en la industria del cine desde hace años. Con un elenco extraordinario, un director prestigioso y un presupuesto monumental, el largometraje se convirtió en un hito cultural que atraviesa generaciones y recauda una gran cantidad de dinero mientras llena salas en todos los continentes. Con todo esto, en la última semana se conoció una noticia que emocionó a millones de personas y catapultó a la obra en un lugar de privilegio con el público.
Aunque parezca increíble, el filme tuvo una proyección antes de su gran estreno que tuvo como objetivo cumplir el último deseo de un paciente terminal. El hombre, cuyo nombre no fue revelado, era oriundo de Saguenay-Lac-Saint-Jean, una región canadiense de Quebec, y estaba transitando sus últimos días de vida en un hogar de cuidados paliativos. Como un pedido final, dijo que le gustaría ver la segunda parte de Duna.
El deseo le llegó a Josée Gagnon, una mujer que trabaja en la empresa L´Avant ayudando a las personas moribundas. Si bien pensó que sería imposible lograr algo semejante, su marido la convenció de que puede conseguir lo que se proponga: «¿Desde cuando algo te detiene? Escribe a Denis Villeneuve«, le comentó.
Según ella, que reveló la historia en su cuenta de Facebook, su primera intención era que Villeneuve, director de la película, le enviara un video al paciente. Sin embargo, el cineasta Sébastien Pilote se enteró lo que estaba sucediendo y le acercó el contacto de su colega: «Pude exponer rápidamente mi fantasía a Denis Villeneuve y a la productora, su esposa, Tanya Lapointe«, contó.
El gesto de Villeneuve y la emoción de los involucrados
Al enterarse del pedido del paciente, el director declaró que es precisamente para personas como él para «lo que están hechas las películas«. Siempre bien predispuesto desde el comienzo, el canadiense intentó llevar al hombre a la proyección de estreno en la ciudad de Los Ángeles, pero le explicaron que sería imposible debido a su estado: «Estaba demasiado débil. Intentamos hacer todo tipo de piruetas, pero nada era posible. El tiempo pasaba volando y era una carrera contrarreloj«, informó Gagnon.
Ante este panorama, Villeneuve decidió junto a su equipo de trabajo que lo más conveniente era enviarle la película a la clínica para que el hombre la pueda ver. Por este motivo, uno de sus asistentes viajó hasta Saguenay-Lac-Saint-Jean con una computadora portátil y un contrato de confidencialidad. Al llegar, los empleados firmaron el contrato y el paciente, en compañía de su cuidadora, pudo ver «Duna: parte dos».
Aunque el hombre se quedó dormido algunos minutos antes del final y falleció poco tiempo después, pudo experimentar su último deseo gracias a la ayuda de varias personas de peso, tal como lo explicó Gagnon en sus redes sociales: «Este hombre, que había tenido un comienzo muy difícil de vivir, vio gente extremadamente importante movilizarse para cumplir su voluntad final. Esto valió todo el oro del mundo«.