Es hijo de desaparecidos y se convirtió en un sastre top de Argentina

Nicolás Záffora sufrió castigos inhumanos durante una década pero salió adelante y en la actualidad cuenta con un gran reconocimiento.

Por Gabriel Casazza

Abr 15, 2024

El 26 de septiembre de 1977, en plena dictadura militar, una patota ingresó a la casa de Roberto Omar Záffora y María del Carmen Barrios. Acto seguido, los trasladaron a la fuerza desde San Martín hasta el centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata. Hasta el día de hoy están desaparecidos.

La pareja tenía dos hijos. El más chico de ellos es Nicolás, que en ese entonces tenía solamente 15 meses. Inclusive, su madre lo estaba amamantando en el momento en el que le tiraron la puerta abajo. Esa fue la última vez que el pequeño pudo ver a sus padres. Y hoy, con 48 años de edad, todavía los extraña.

Es que Nicolás Záffora tuvo que diagramar su vida sin la presencia de sus padres biológicos. Y no le fue fácil. Es que fue criado por un abuelo militar, quien lo envió al Liceo General San Martín. Pero eso no fue todo, ya que, posteriormente, debió padecer severos castigos prácticamente inhumanos.

El paso siguiente fue recalar en un monasterio donde padeció torturas físicas, aunque el costado positivo fue que aprendió a cortar y coser sotanas. Pero terminó abandonando ese lugar estando de novio y con dos hijas, listo para terminar de descubrir su vocación e iniciar un camino realmente destacable.

Es que, poco a poco, Nicolás Záffora se transformó en uno de los sastres más destacados de la República Argentina. Sí, comenzó con solamente 80 dólares en su haber pero se las ingenió, apoyado en todo su talento, para deslumbrar a propios y extraños y ser reconocido internacionalmente.

En el presente, Nicolás Záffora tiene su estudio en pleno Barrio Norte, en una de las calles más caras y glamorosas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Emplea a 12 personas y viste a mucha gente poderosa, inclusive extranjeros. Otra verdadera historia de superación que es digna de aplaudir.

Sin ir más lejos, un traje suyo puede llegar a costar nada más ni nada menos que 3.000 dólares. Y se pagan debido a la extrema calidad que presentan. Por ello es que Nicolás, ese pequeño hijo de desaparecidos que sufrió castigos físicos y emocionales, logró triunfar en la vida de forma contundente.

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